Un viaje a Filipinas para el que desee disfrutar del país viviendo entre lugareños, permite adentrarse en un rincón del mundo donde la vida gira a menos revoluciones. Esta es la historia de Marta Volpi que comparte su gran aventura en el país:
Queridos amigos viajeros, estoy encantada de llevaros conmigo de viaje a Filipinas, para conocer este maravilloso rincón paradisiaco situado en Asia, que se encuentra en una sorprendente fase de desarrollo, donde los hoteles están creciendo sin parar y donde el turismo occidental empieza a invadirlo todo.
Las Filipinas son un país formado por más de 7000 islas agrupadas en tres provincias: Luzon (la isla más grande que incluye también Manila), las Visayas (islas centrales, bañadas por un mar que combina increíbles tonalidades de verde esmeralda con el azul más puro) y Mindanao (cuya parte meridional es la menos accesible al turista a causa de ser la más castigada por el terrorismo).
Mi viaje a Filipinas se ha prolongado durante un mes, y ha sido una mezcla perfecta de relax y de vida de ciudad gozando del privilegio de compartir la cotidianidad de una familia filipina.
Mi diario de viaje a Filipinas
La primera semana la pasé en la parte central: cuatro días en Palawan y los días restantes en Cebu y Bohol. Una verdadera maravilla! Si bien el clima no fue extremamente generoso conmigo en esos días, Palawan fue magia pura. Excursiones a islas vírgenes y paradisiacas, comidas a base de pescado y especialidades filipinas, y viajes de un sitio a otro en ciclomotor, en trycicle o en los más variados medios de transporte.
Permitir que os explique lo que es el trycicle. El trycicle, traducido triciclo, no es otra cosa que un ciclomotor a cuyo lateral se añade una estructura de una solidez bastante discutible en la que los filipinos pueden llegar a transportar hasta 5 personas (con sus respectivas maletas!).
En la práctica sería como convertir un ciclomotor en un coche. ¿Comodidad? Eso es otra historia! Con el triciclo se puede ir en subida, en bajada, sobre la arena, pasar por encima de cualquier socavón, y acabar el viaje pensando que se ha vivido un slalom digno de un campeón de esquí.
Capítulo aparte merecen también los ciclomotores. Se viaja rigurosamente sin casco y pueden compartir la moto hasta cuatro personas: papa que conduce, el pequeño de la casa de pié delante del padre, y un hijo en medio entre el padre y la madre de la familia que es quien cierra el pack de pasajeros. Un vaivén de pasajeros de todas las edades que sin casco serpentean come verdaderos ninja entre un tráfico infernal.
Pero tranquilos, todo es normal. Nos encontramos en un país asiático y pobre. Llenar el depósito del ciclomotor no tiene el coste ni de lejos que podría costar llenar el del coche, y este es evidentemente el motivo de su extensa difusión.
Medios de transporte aparte me gustaría compartir con vosotros mis primeras impresiones a pocos días de la llegada (y que según mi opinión son las que más recordamos porque son aquellas que más nos sorprenden).
Lo que más me llamó la atención de mi viaje a Filipinas es que en cada pueblecito, o mejor dicho en cada conjunto de barracones (al menos en las islas menos desarrolladas), incluso en medio de una gran montaña o a pocos pasos de una cascada (un punto por el que pueden pasar unas tres personas al día), hay siempre una iglesia y una cancha de basket. No faltan nunca, de verdad, nunca.
He visto centenares de iglesias y centenares de canchas de basket construidas con los materiales adecuados o bien utilizando los troncos de los árboles, con las canastas colgadas en cualquier lugar que pudiera servir, dentro de los patios de las casas, bajo una escalera, o en los lugares más insospechados.
Los lugareños y mi insaciable curiosidad viajera me han ayudado a descubrir el motivo de este fenómeno que en la realidad tiene una lógica bastante sencilla.
Los filipinos son un pueblo que durante siglos han sido colonizados y han sido influenciados por diferentes países y culturas, si bien dos de ellos han sido de manera especial los que han marcado para siempre su destino y su cultura: los españoles y los americanos.
Los españoles con su presencia dejaron huella con el cristianismo así como con una infinidad de palabras que están perfectamente integradas en el vocabulario tagalo, la lengua filipina.
Los americanos, por su parte, dejaron la tradición deportiva por excelencia del país, el basket, junto a muchas otras palabras integradas también en la lengua filipina. Tal ha sido la influencia lingüística de los americanos que se afirma que los jóvenes hablan en la actualidad el taglish (tagalo+inglés). Otra de las señas de identidad americana que se ven por doquier son los fastfood, los pancakes, y mucho mas.
Oír hablar en tagalo es muy divertido. Para una estudiosa de idiomas como yo, un viaje a Filipinas es ciertamente una aventura. En relación a otros lugares como Indonesia o Tailandia por ejemplo, donde es del todo imposible entender de lo que están hablando los lugareños, el tagalo “traiciona” a quien lo habla a favor de los occidentales, gracias a palabras españolas como “derecho”, “cuchillo”, “viaje”, “sigue”, así como a la mezcla con palabras inglesas de todo tipo y que en definitiva permiten dar algo de sentido al conjunto de lo que estamos oyendo aún sin conocer su lengua.
Lo que más me ha llamó la atención, ya sea a nivel social que lingüístico, es la percepción que se tiene del respeto. Partimos de la base de que se trata de un pueblo extremadamente pobre todavía, donde los más ricos son muy influyentes y tienen servicio doméstico en casa, mientras los más pobres en muchas ocasiones se ven obligados a desempeñar trabajos del todo discutibles.
Pero más allá de las jerarquías dictadas por la riqueza y la importancia, existe una jerarquía natural dictada por la edad. No se utiliza el modo “usted” únicamente para dirigirse a desconocidos o personas de avanzada edad, sino también para referirse a los padres y los tios.
En caso por ejemplo de un primo de 35 años y si tu tienes 20 no te refieres a él hablando de Vd., pero en cualquier caso queda patente una forma de respeto muy marcada que varia entre hombres y mujeres. Si lo dijéramos utilizando su propio idioma al final de cada frase que diría a mi tía utilizaría la terminación “po”, si hablo con mi hermana mayor concluiría con un “ate”, mientras que a mi hermano le diría “kuya”.
Volviendo a nuestras islas, tras la visita a la bellísima Palawan fue el turno de la maravillosa Cebu. Ocho horas de ciclomotor para recorrerla casi toda y para disfrutar de la vista increíble de las maravillosas cascadas Kawasan, unas inmensas lenguas de un color azul imposible de describir, un verdadero regalo de la naturaleza.
En Kawasan pudimos practicar canyoneering, es decir saltos al agua y lanzamientos de altura inmersos en el bosque, con la ayuda de lianas, y acompañados de una guía local. Antes de las cascadas una parada en Oslob nos dió la oportunidad de nadar con los tiburones ballena filipinos.
Desde hace años se ha desarrollado una forma de turismo que concentra decenas de barcas repletas de turistas que observan a los pescadores de la zona dar de comer a los tiburones, y que permite al viajero admirar de cerca los ejemplares de estos inmensos animales que se desplazan lentamente y que el tamaño de su boca abierta puede alcanzar la altura de una persona. Una experiencia inolvidable que hay que vivir sin lugar a dudas en un viaje a Filipinas!
¿Y que decir de Bohol? Bohol es célebre entre muchos turistas por sus famosas chocolatehills,o colinas de chocolate, que se conocen con ese sobrenombre a causa de su color, que es verdoso cuando el aire es más húmedo y de color marrón chocolate cuando el aire veraniego es más seco, y conocido también por sus tarseros (o tarsiers). La visita a las chocolatehills fue más emotiva de lo previsto, posiblemente a causa de la lluvia que creó una atmósfera mucho más mística.
Quisiera destacar que la visita a la reserva de los tarseros fue una de las primeras actividades que había programado cuando organizaba mi viaje a Filipinas. Son unos animales diminutos cuya dimensión puede ser más o menos del tamaño de la palma de una mano, con unos ojos enormes (150 veces más grandes que los del hombre en proporción a su cuerpo) y que contrariamente a lo que yo creía, de vez en cuando los cierran para dormir.
Estos animalitos igual de dulces que de diabólicos son unos activos depredadores nocturnos, y en cambio durante el día duermen, y sufren de manera importante la luz y el ruido. Por este motivo en la reserva que visitamos estaba prohibido tocarlos y hacer fotos con flash. Los tarseros, si se encuentran sometidos a situaciones de stress, son capaces hasta de suicidarse. ¿Os dais cuenta? Un animal de más de 45 millones de años que es capaz de suicidarse.
Ningún otro animal, ni un perro, ni un tigre, ni los pájaros lo hacen. Por el contrario el instinto animal es siempre el de la supervivencia. El tarsero sin embargo es en algún sentido más similar al hombre. Si ve demasiada luz, o si se le molesta en exceso es capaz de aguantar la respiración hasta morir o lanzarse al vacío contra un árbol para golpearse la cabeza y perder la vida por el impacto.
Volviendo a mi viaje a Filipinas, las dos semanas a caballo entre Navidad y Fin de Año las pasé con una gran familia filipina en Manila. De Manila tenía una idea bastante diferente. Es verdad que no me esperaba una metrópoli como Nueva York pero también es cierto que me esperaba que tuviera más que ofrecer al viajero. Más allá del barrio antiguo, de histórico hay más bien poco que ver.
Al tratarse de una calurosísima ciudad asiática, y al igual que todas las calurosas ciudades asiáticas, está repleta de centros comerciales a los que no se va tanto por comprar sino por disfrutar de su agradable climatización.
Ciudad de contrastes impresionantes, es suficiente cruzar una calle cualquiera para pasar del barrio comercial y financiero lleno de rascacielos de lujo a una zona humilde de barracas que se mantienen en pié casi de milagro. Tengo que confesar que yo personalmente no dediqué mucho tiempo al descubrimiento de Manila. Mi guía de cabecera me dijo que en realidad cuando se descubre poco a poco Manila es fuente de grandes emociones. Así que seguiré sus consejos…
Concluyo este relato compartiendo con vosotros una curiosidad acerca de las casas y los lugares públicos de Filipinas, y que se refiere a la prohibición tajante de tirar papel higiénico en el WC. Y vosotros os preguntaréis ¿y como se hace? Es exactamente lo mismo que me pregunté yo la primera vez, y la respuesta se encuentra en un dispositivo similar a un grifo de ducha ubicado junto a la taza y que puede ser utilizado para la higiene personal. Sería lo más parecido a un bidet portátil.
Del secado se ocupa la ropa interior de cada uno. Otra opción si se utiliza el papel higiénico es el de tirarlo en la papelera del baño. Se trata de una costumbre a la que me costó bastante acostumbrarme sobre todo durante el periodo del ciclo, pero si se piensa fríamente no se trata de una idea tan mala si pensamos al desperdicio de papel de otras culturas. Importante por tanto llevar siempre un paquete de pañuelos de papel a mano.
Y llego al final de este artículo sobre la que es para mi una de las metas más sorprendentes del sud-este asiático, Filipinas; y me gustaría despedirme con algunas reflexiones sobre este archipiélago de bellezas y contrastes: se viajáis a las Filipinas no olvidéis sonreír siempre. La gente os apreciará por vuestra manera de sonreír a la vida.
Recordar siempre llevar con vosotros mucha paz y poca prisa, porque el mundo en aquel rincón del mundo se mueve a una velocidad mucho más lenta. En un viaje a Filipinas no olvidéis saludar su mar azul y sus colinas verdes, sus campos de arroz con sus entregados campesinos, y los grandes centros comerciales con millones de filipinos en busca del aire fresco.
Recordar también que estáis en un país asiático y que las escaleras y las barandillas son casi siempre como los de los “hobbit”: pequeños, pequeños y bajas, bajas. Si viajáis a las Filipinas recordar que es importante saber bailar, aunque sea un poco. Hasta los mismos guardias urbanos que controlan el tráfico, entre una señalización y otra son capaces de marcarse un “Michael Jackson”.
Si vais a las Filipinas haceros muchos masajes y beber todos los zumos de mango, papaya y coco que podáis. En un viaje a Filipinas mostrad vuestro respeto a cualquier persona mayor que vosotros bajando ligeramente la cabeza cuando le saludéis.
Si vais a las Filipinas llevadme con vosotros, porque quiero volver.
Queridos “globe trotters” come dicen los filipinos DOC: It’s more fun in the Philippines!