Glasgow, la segunda ciudad escocesa es como ese amigo que nunca te falla. Que quieres un plan de cultura, ella te ofrece veinte, que te apetece explorar un lugar con patrimonio e historia, solo tienes que salir a la calle y pasear, que el finde te apetece más naturaleza y menos asfalto, a menos de una hora puedes estar en entornos salvajes. Y todo con unas credenciales verdes que te sorprenderán.
Las cifras no mienten y la mejor muestra de que Glasgow tiene espíritu verde y es que el 22% de la ciudad (18.000 hectáreas) ha sido diseñada para la protección de la naturaleza y la biodiversidad. Aunque su época de auténtico esplendor tuvo lugar durante los siglos XVII y XVIII, cuando sus puertos eran un hervidero de actividad, ahora, tras un periodo de decadencia, está resurgiendo de sus cenizas, más verde y rebosante de vida que nunca.
¿Cómo empezar bien el día en Glasgow? Pues de la manera más sostenible que hay: a pie. Y para entender una ciudad y a sus habitantes, nada como echar la vista atrás. Esto es posible gracias a lugares como Tenement House, un museo que muestra cómo era la vida de los habitantes de Glasgow a principios del siglo XX.
Situado en el West End, esta vivienda, cuya dueña fue Miss Agnes Toward, una mujer emancipada, toda una rareza para la época, muestra objetos de la vida cotidiana –incluido un tarro de mermelada casi centenario, o la cocina de carbón- de aquel entonces.
Si hay tiempo para un brunch, una buena opción es Ocho Café, situado a orillas del canal Spiers Wharf. Sus platos son imaginativos, además de muy fotogénicos, y el menú incluye multitud de opciones veganas y todo producto de proximidad.
Siguiendo con este recorrido, algunos edificios, como los de la Universidad de Glasgow y la Galería de Arte y Museo Kelvingrove, son un espectáculo en sí mismos. Este último, el museo más visitado de Reino Unido fuera de Londres, es una joya arquitectónica que te enamorará. De estilo victoriano y diseñado por Sir John W. Simpson, fue construido expresamente para acoger exposiciones y se inauguró en 1901.
La colección –más de 8.000 objetos distribuidos en 22 salas- incluye obras de artistas internacionales como Dalí, Renoir, Monet y Rembrandt, además de movimientos autóctonos como los Glasgow Boys, un grupo de artistas jóvenes precursores del modernismo en el arte escocés. Sobre la entrada principal el visitante querrá fotografiar el que posiblemente sea el instrumento musical más famoso de la ciudad: un órgano histórico con el que además de ofrecer recitales diarios se batió un récord mundial en 2015, cuando se celebró el número 3.000.
Recargar las pilas en Glasgow sin perder de vista el respeto por el medio ambiente no es difícil, y menos en restaurantes como The Gannet, que está a diez minutos andando del museo y que sirve uno de los mejores menús con garantías de sostenibilidad y producto de proximidad. Es sin duda una institución en Glasgow y una de las mejores representaciones de la gastronomía local escocesa.
Anguilas y carne de vacuno, ciervo rojo de las Highlands, pan de masa madre y mantequilla casera, queso de la Isla de Mull, caballa pescada a caña, arenques encurtidos, mejillones ahumados… Tanto su menú degustación convencional como el vegetariano utilizan alimentos de temporada y homenajean a esos agricultores y pequeños productores que respetan su entorno.
Desde allí, el viajero puede acercarse al impresionante edificio principal de la Universidad, un clásico diseñado por el arquitecto inglés Sir Gilbert Scott, uno de los máximos exponentes del estilo gótico inglés. Además, la ciudad también alberga la Opera, el Ballet y el Teatro Nacional de Escocia, un auténtico festín de cultura. Y para vistas panorámicas, algunas de las mejores están en la Necrópolis, un cementerio victoriano lleno de esculturas y situado al lado de la famosa catedral gótica.
Durante el siglo XX Glasgow fue posicionándose poco a poco como una meca artística en Reino Unido. Buena muestra de ello es que son muchos los profesionales jóvenes de las industrias creativas que han abandonado Londres y sus precios prohibitivos y se han asentado en Glasgow en los últimos años. Una presencia que se percibe a simple vista al caminar por sus calles y que sin duda contribuye a impulsar las iniciativas sostenibles que han colocado a Glasgow como una de las ciudades más verdes de Europa.
De hecho, el compromiso de la ciudad con el medio ambiente está integrado en los planes estratégicos del Ayuntamiento, que anunció este año la peatonalización de las calles del centro y el aumento de los espacios verdes para conseguir unos espacios públicos más saludables.
Glasgow también acoge la celebración del International Arts Festival, una oportunidad fabulosa para descubrir el trabajo de cientos de artistas de decenas de países. La Glasgow School of Art, una de las escuelas de arte, arquitectura y diseño más prestigiosas del mundo, es otro ejemplo que actúa como puente, gracias a la creatividad de sus alumnos, para acercar las últimas tendencias y contribuir a la escena más alternativa de la ciudad.
Otro plan imprescindible que hacer en Glasgow es recorrer sus murales a través del Glasgow Mural Trail, un proyecto que se inició en 2008 con el fin de aportar vida y color a las calles de la ciudad. El mapa con los murales, que se actualiza regularmente, está disponible online, uno de los más fotografiados –que se hizo viral cuando se creó en 2016- es Saint Mungo.
Excursiones de un día
La hermosa Isla de Arran, situada al oeste de Glasgow, es la más grande de las islas del Firth of Clyde, y es accesible en transporte público (unas dos horas y media de viaje). En Glasgow hay que coger un tren a Ardrossan Harbour y desde allí hay fácil acceso en ferry. Con cientos de kilómetros de senderos costeros y de recorridos habilitados para bicicletas y con la belleza salvaje y natural que posee, es muy fácil visitarla sin causar ningún impacto medioambiental con nuestra presencia.
Uno de los paisajes más reconocibles de Arran son las cataratas de Glenashdale, a las que se accede a través de una ruta circular de cinco kilómetros de dificultad moderada. Además, desde allí se pueden visitar de paso las famosas Tumbas de los Gigantes, dos cámaras funerarias de estilo cairn (montículo de piedras). Otro plan más descansado –y también muy fotogénico- es visitar el Castillo de Brodick y sus jardines, gestionado por el National Trust.
Y por supuesto, el entorno privilegiado de la isla brinda grandes oportunidades para los deportes de aventura, desde kayak hasta barranquismo o escalada. Para comer, una buena opción es el Crofters Arran en Brodick, un bistro que mima el producto de cercanía. En el menú te encontrarás platos como terrines de jamón y encurtidos, vieiras con puré de coliflor, o cordero con salsa de manzana entre muchos otros. También hay opciones vegetarianas.
Otra opción es Loch Lomond y el entorno del parque nacional (Loch Lomond & The Trossachs), muy cuidado y de una belleza natural apabullante en cualquier época del año, tiene fácil acceso en transporte público desde Glasgow. Un tren directo – la mejor forma de visitarlo manteniendo una huella de carbono muy baja- comunica la ciudad en menos de una hora con Balloch, la puerta de acceso al parque. La conservación de la naturaleza es el principal cometido de este lugar mágico rodeado de bosques de robles y habitado por ciervos.
Aunque los senderos que mejores vistas ofrecen son los que ascienden algunas de las montañas de la zona, ya que permiten tener una perspectiva a vista de pájaro del lago y esa mezcla de colores tan escocesa como son las aguas azuladas y los tonos ocres del paisaje, también hay muchas montañas que no presentan grandes dificultades para el ascenso porque su altura no es muy elevada y tienen buenos senderos.
The Drovers Inn, uno de los pubs más famosos de Escocia –fundado en 1705- es unas de las mejores opciones para comer y probar clásicos escoceses como el fish & chips, o el mince and tatties (carne picada y puré de patata). Por último, si te lanzas a descubrir Loch Lomond desde el agua, los múltiples recorridos en barco que hay disponibles permiten conseguir una sensación de inmersión mucho más intensa, donde los aromas del paisaje se graban en la memoria.
Más información: www.visitbritain.com