Con su paleta de paisajes contrastados – kársticos, con formaciones rocosas, cuevas y barrancos en unos casos, y boscosos en otros, con grandes extensiones de encinares, robledales, pinares, hayedos y matorral-, su biodiversidad de flora y fauna, su abundancia en miradores con vistas de alto impacto, sus muchas rutas para todos los gustos y senderos para recorrer a pie o en BTT, resistirse a la llamada del Moncayo es prácticamente imposible.
A continuación, os presentamos siete pistas irresistibles para gozar a fondo de este paraíso natural de más de once mil hectáreas de riqueza natural. Para disfrutar tú solo, con los tuyos y sin nadie más que las musas y leyendas del Moncayo.
Caminos de Veruela: slow travel en estado puro con inspiración becqueriana
Los Caminos de Veruela son una selección de doce itinerarios que fueron recorridos por los hermanos Bécquer durante su estancia en el Monasterio de Veruela y que coinciden con los caminos que durante siglos realizaban los monjes para visitar los pueblos que pertenecían al señorío del Convento.
Se trata de doce itinerarios y recorrerlos permite disfrutar de la preciosa vista de Veruela desde todas las alturas y distancias, de su armoniosa integración en la naturaleza y de todos estos pueblos que surgieron al abrigo de la Sierra Ibérica y la cumbre del Moncayo, donde aún se respira ese vivir sin prisas y la recuperación de las tradiciones.
Estos caminos permiten descubrir la cara menos conocida de todos ellos, por senderos alejados del tráfico habitual que conducen a antiguas cuadras, graneros o lavaderos, en ese slow travel que tanto inspira y gusta ahora más que nunca.
Doce son los Caminos de Veruela: a Tarazona, a Grisel, a Los Fayos, a Trasmoz, a Litago, a Ainzón, a Pozuelo de Aragón, a Alcalá de Moncayo, a Añón de Moncayo, a la Muralla, a la Ermita de la Aparecida y a Vera de Moncayo. Todos ellos están perfectamente señalizados mediante paneles, flechas direccionales, balizas y marcado de pintura en postes, rocas y árboles.
Ruta de los oficios perdidos: una pequeña caminata ideal para niños
La Ruta de los oficios de Lituénigo es una preciosa experiencia de viaje al pasado y de puesta en valor de las tradiciones y el trabajo de nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos. Una agradable caminata de no más de 3 kilómetros, de fácil acceso, ideal para hacer con los más pequeños en un precioso ejercicio lúdico de recuperación y respeto de las tradiciones, en contacto con la naturaleza.
La base de operaciones es el pueblo de Lituénigo y el recorrido por los antiguos oficios nos llevará a visitar los corrales del pueblo, para sentirnos ganaderos; a los huertos, donde se sigue cultivando de forma tradicional el cardo, base de exquisitos platos regionales; a los típicos muros, que se realizaban antaño para ganar superficie de cultivo y nivelar los suelos; a las acequias, que distribuían el agua para alcanzar la mayor superficie posible de regadío; a los colmenares, donde las abejas proveían de miel; y a los bosques y encinares para alcanzar las zonas dedicadas a leñadores y pastores. Un viaje precioso para gusto de toda la familia.
La Vía Verde del Tarazonica: a pie o bici entre huertos y cañaverales
En la zona de ribera cuando se baja del Moncayo se ubica Tarazona, ciudad con un rico patrimonio histórico-cultural en el que destacan su Catedral y palacios. En su papel de “ciudad de frontera” y cruce de caminos entre Aragón, Navarra, La Rioja y Castilla-León, también ha sido punto neurálgico para las comunicaciones.
Hasta 1972, un tren unió Tarazona y Tudela en Navarra, las dos poblaciones más importantes del valle del río Queiles y dos municipios históricos, en los que convivieron la cultura judía, cristiana y árabe, dejando un gran legado patrimonial. Aquella línea férrea es ahora una sugerente vía verde en la que se esconden muchos tesoros bonitos para descubrir en bici o a pie, se llama la Vía Verde del Tarazonica.
La Vía Verde del Tarazonica parte de la estación de Tarazona hacia Tudela siguiendo la fértil vega del Queiles, a través de campos de cultivo, huertas de frutales, cañaverales y vegetación de ribera, en un paisaje presidido por el omnipresente Moncayo.
Llega a Malón, pueblo crecido a la sombra de su castillo, testigo de no pocas luchas históricas entre los reinos de Aragón y Navarra; sigue hacia Tulebras, que se desarrolló en torno al monasterio cisterciense de Santa María de la Caridad; y llega a Cascante, importante localidad de origen romano que bien merece un paseo por sus calles medievales llenas de palacios señoriales y una visita a su popular Basílica del Romero, con flamante galería porticada.
La Vía Verde continúa rumbo a Murchante, donde se disfruta de una amplia panorámica del valle, hasta alcanzar Tudela y su estación de tren.
El Hayedo de Peña Roya y otros senderos para perderte a tu ritmo
En el Parque Natural del Moncayo lo suyo es caminar y caminar y dejarse llevar por el poder de la naturaleza y la magia del entorno. Pero, para no perderse sin retorno, lo mejor es hacerlo con rumbo fijo y para ello, la Red de Senderos autoguiados serán nuestro mejor aliado. Están identificados por las siglas “AG” y, están perfectamente señalizados con indicadores y paneles interpretativos para que el visitante descubra sin problema todos los tesoros del parque.
Entre estos senderos autoguiados se encuentra el posiblemente más famoso e ineludible por los senderistas más pro cuando vienen a estas tierras: el itinerario a las Cumbres del Moncayo desde la Fuente de los Frailes. Es nivel alto y dura cinco horas y media, pero el premio desde la cima bien merece la pena: una espectacular panorámica de la meseta castellana al sur y la depresión del Ebro al norte y, en días claros, con el telón de fondo de Pirineos, por un lado, Sistema Central e Ibérico por otro. Un regalo para los sentidos.
Dentro de la Red de senderos del Parque Natural, los identificados solo con la sigla “S” son peatonales y recorren los lugares más singulares del espacio natural protegido. Si hay un must en este apartado, ése es el sendero al Hayedo de Peña Roya, que introduce al visitante en uno de los parajes más espectaculares del parque. Una preciosa ubicación donde no abrazar un árbol será imposible. Alberga además un conjunto florístico singular, con acebos, serbales y brezos. Un lujo de lugar.
En BTT por la cara oculta del Moncayo y sus paisajes más bellos
Para los amantes de la BTT, el Parque Natural del Moncayo es centro de veneración. Con una muy atractiva red de caminos, de dificultad y distancia que conducen al visitante a lugares de inmenso interés natural, para el máximo disfrute de estos paisajes de singular belleza.
Si se quiere una distancia corta, la Ruta del Cerro Gordo es una gran recomendación: un paseo a dos ruedas por la cara oculta del Moncayo, llevando a algunos de los parajes más bellos y desconocidos del Parque. Para amantes de las largas distancias, imprescindible la Ruta de las Cumbres del Moncayo: un total de 40 kilómetros de variadas pistas forestales a través de bosques infinitos y crestas de altura con espectaculares vistas.
Otro imprescindible en distancias largas es la Ruta de la Tonda y las Peñas de Herrera, que lleva a descubrir los tesoros de la cara sur del Parque Natural: imponentes formaciones calizas como las Peñas de Herrera o el Cerro Morrón, singulares bosques de ribera del río Isuela o pinares de repoblación y encinares.
Rutas ornitológicas
Porque hay pocos placeres sensoriales y más relajantes que superen el canto de los pájaros y porque verlos, observarlos y comprenderlos es un arte para muchos y una forma de fusión con la naturaleza y aprendizaje para otros, el birdwatching es una actividad que gana adeptos. Y el Parque Natural del Moncayo es un paraíso para practicarlo. Para expertos, por supuesto, pero también para iniciados o vírgenes totales en la materia, que deseen acercarse al mundo de las aves o acercar a los más pequeños.
Otros recorridos que se pueden realizar son los Valles del Val y del Queiles, donde se observa la vega del Queiles y los roquedos en los que anidan las colonias de buitre leonado, además de la mayor masa de agua de la comarca: el Embalse del Val; Valcardera, donde se pueden ver comunidades ligadas a paisajes esteparios; el Hayedo de Peñarroya; el Cabezo de la Mata; o la Ascensión al Moncayo.
Rutas en 4×4 por paisajes esteparios, embalses y bosques de alta montaña
Perderse por el bosque al ritmo de tus propios pasos es un placer mayúsculo. Pero combinarlo con una de las tres rutas interpretativas que ofrece el Ayuntamiento de Tarazona es una gran recomendación para no pasar por alto ningún lugar de interés y poder apreciar más aún el encomiable valor ambiental de uno de los municipios de Europa con mayor biodiversidad ambiental.
Tarazona tiene el privilegio de que, en tan sólo 20 kilómetros, existe una diferencia de casi 2.000 metros de altura, lo que regala a la zona una gran variedad de ecosistemas. Poder reconocerlos y disfrutarlos de la mano de expertos en medio ambiente es todo un lujo.
Para poder disfrutar de estas rutas en plena confianza y tranquilidad, las rutas interpretativas en todoterreno se realizan en grupos burbuja, más la compañía siempre grata del aire fresco en movimiento propia del todoterreno y siempre bajo reserva.
La duración, según el recorrido, es de unas cinco horas alternando los desplazamientos a pie y en coche y permite aventurarse en paisajes tan contrastados como son las zonas esteparias de Valcardera, al oeste de Tarazona, unos paisajes semiáridos singulares, al estilo de los famosos Monegros; o el entorno del Embalse de El Val, con su naturaleza aluvial, sus extensiones de pinares y sus llamativas formaciones rocosas; y el Parque Natural del Moncayo, con su enorme variedad de hábitats y especies de gran interés botánico.
Más información: www.tarazona.es
Siete rutas que nos llevan por la historia de Aragón