Gales es una tierra mística. Casi mágica. Su historia escrita arranca en los tiempos en los que una poderosa y ambiciosa Roma expandía sus dominios hasta los confines de la ancestral Albión. Allí, los conquistadores hallaron bosques, montañas, acantilados, druidas y, según cuentan las crónicas de la época, incluso seres mitológicos.
Dos mil años y muchas luchas más tarde, la orografía de Gales no ha cambiado mucho y sus gentes tampoco. Sigue siendo un lugar donde la madre naturaleza a ha dado lo mejor de sí, pidiendo a cambio, tan solo, que le dejen esparcir la lluvia a su antojo. Y sus habitantes son duros, nobles, amantes de las antiguas costumbres y realmente hospitalarios.
En este pequeño país que forma parte del Reino Unido, existen decenas de rincones especiales que deben ser descubiertos con parsimonia y deleite. La mejor forma de hacerlo es, sin lugar a dudas, con una completa ruta en coche. Esta es la ruta definitiva en coche por Gales que cubre, viajando de norte a sur, todos sus lugares imprescindibles.
Liverpool – Llandudno – Conwy – Beaumaris (135 km)
Al aterrizar en el aeropuerto internacional John Lennon no hay que dejarse embelesar por las melodías de Los Beatles. Liverpool bien merece una estancia de unos días, pero mucho más hipnotizadores son los paisajes, encantadores pueblos, castillos y leyendas que esperan en Gales.
Así, al cambiar el Yellow Submarine por un coche del color que sea, la carretera lleva a Llandudno, un pequeño pueblo de la costa galesa que, como Liverpool, también está fuertemente ligado a la vida de un artista. Y es que fue en la villa balneario de Llandudno donde el escritor Lewis Carroll conoció a la niña Alice Pleasance Liddell, a quien el literato convirtió en la protagonista de su libro Alicia en el País de las Maravillas.
Una ruta literaria que, como no podía ser de otra manera, comienza en el Barrio de los Corazones (Hearts Quarter) y rinde homenaje a Carroll y su obra. No lejos de la estatua del Conejo Blanco, la gente camina por el paseo marítimo, un lugar que sigue siendo tan apacible y bucólico como en el siglo XIX, cuando lo mejor de la aristocracia inglesa pasaba en él los veranos.
Menos aristocrática y más marinera es la costa a la que se asoma el puerto pesquero de Conwy. En este pequeño pueblo se levanta, imponente, el castillo de Conwy. Construido a finales del siglo XIII como parte del Anillo de Hierro con el que el rey inglés, Eduardo I, quiso someter a los rebeldes galeses, esta fortaleza está considerada como uno de los mejores ejemplos de la arquitectura militar europea de la época, habiendo sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Al caminar por las adoquinadas calles de Conwy se respira un aire medieval, plasmado en sus viejas librerías y sus casas de piedra, aunque hay otro aroma que sin duda atrapará al viajero y es el que emana de las cocinas del galardonado chef Jimmy Williams que hace las delicias de los comensales con estupendos platos locales.
La ruta continúa por varios pueblos de nombres impronunciables, herederos de una lengua que aún sigue muy arraigada a la tierra galesa, antes de cruzar el puente tendido sobre las grises aguas del estrecho de Menai. La carretera horada ahora el suelo de la isla de Anglesey, la más grande de Gales. Cerca de su extremo sureste, el castillo de Beaumaris, hermano del de Conwy, vigila el paso de Menai.
Un recorrido guiado en lancha por el estrecho descubre la historia de un lugar plagado de leyendas sobre piratas, batallas y contrabandistas. Ajena a su pasado, la adormecida villa de Beaumaris observa el mar con melancolía.
Beaumaris – Holyhead – Caernarfon – Beddgelert – Monte Snowdon (118 km)
Tras despertar con el graznido de las gaviotas, es momento de dejar Beaumaris y poner rumbo al noroeste para cruzar de punta a punta la vasta y arbolada isla de Anglesey y arribar a Holyhead, el septentrional cabo rocoso de la pequeña ínsula de Holy Island.
Hasta allí llegan aventureros de toda Europa para practicar piragüismo en las bravas aguas de esta parte del mar de Irlanda. Cuevas y remolinos que también divisan los que realizan actividades de coasteering, una modalidad deportiva que, según cuentan, nació aquí y que consiste en recorrer un tramo accidentado de costa marina, combinando la natación con algo de escalada, espeleología y saltos de las rocas al mar. Adrenalina pura.
Más llana y segura es la carretera que lleva de nuevo al sur para entrar en los dominios del maravilloso Parque Nacional de Snowdonia. Antes de llegar a él, merece la pena visitar la pétrea mole del castillo de Caernarfon. Es, quizás, el más espectacular y fotogénico del Anillo de Hierro y tiene la particularidad de ser el lugar en el que, en 1969, la reina Isabel II invistió como Príncipe de Gales a su hijo Carlos.
Al sur de Caernarfon, la ruta se adentra por una tierra de tintes artúricos. Montañas de verdes y grises laderas guardan valles plagados de solitarios lagos. Cada curva muestra una estampa que supera a la anterior. De vez en cuando, un pequeño pueblo rompe con la sensación de estar transitando un lugar de leyenda. De otra dimensión. Es el caso de Beddgelert, donde una sencilla tumba en un parque recuerda que allí yace el cuerpo de Gelert, el fiel perro del famoso príncipe galés Llywelyn el Grande, que fue ajusticiado por este por un error que lamentaría el resto de su vida.
Al anochecer, la silueta del monte Snowdon se recorta contra la luna galesa, como un fiel y temible guardián de la naturaleza. No muchos de los viajeros que lo visitan saben que, en sus escarpadas y técnicas laderas, Sir Edmund Hillary y su expedición entrenaron meses antes de ser los primeros seres humanos en conquistar la cima del Everest.
Monte Snowdon – Portmeirion – Harlech – Parque Nacional Pembrokeshire (238 km)
Seguir los pasos de Hillary camino de la cima del monte Snowdon – que, con sus 1.085 metros, es el pico más alto de Gales – es un buen plan para comenzar el día. Hay seis rutas diferentes para llegar a ella, aunque los más perezosos optan por hacerlo con el tren turístico que lleva más de un siglo funcionando.
Desde lo alto del Snowdon, las vistas son esplendorosas. El contraste de colores que aporta la naturaleza encuentra su reflejo en las aguas del lago Llyn Llydaw, situado a los pies de la montaña. Según cuentan las leyendas artúricas, en sus profundidades puede descansar la espada Excalibur.
También imaginativo y colorido es Portmeirion. Es complicado definir este lugar tan estrambótico ideado por el arquitecto Sir Clough Williams-Ellis a mediados del siglo pasado. En Portmeirion el viajero encontrará mansiones de colores, piscinas, columnas griegas, estatuas de Buda, villas italianas y otros elementos de los pueblos mediterráneos que siempre atrajeron al artista. Y todo ello emplazado en un privilegiado mirador sobre un precioso estuario.
Mucho más sobria y solitaria luce, algo más al sur, la silueta del castillo de Harlech. Esta fortaleza se erigía, hace siglos, sobre el mar, pero, tras el retroceso de las aguas, ahora parece un buque de piedra que encalló en un mundo paralelo al que ya no pertenece.
De camino al maravilloso Parque Nacional de Pembrokeshire, el asfalto se funde con el verde por una larga ruta costera de las que invitan a detenerse cada pocos kilómetros.
Parque Nacional Pembrokeshire – Laugharne – Península de Gower – Parque Nacional Brecon Beacons (205 km)
La cuarta jornada de este roadtrip arranca en uno de los parques nacionales más bellos del Reino Unido. El Parque Nacional de Pembrokeshire ofrece dramáticos acantilados, parches boscosos, suaves colinas interiores y unas interminables playas salvajes en las que aún se escucha el eco de los naufragios. Para explorarlo, se puede recorrer un tramo de la Ruta de la Costa de Gales, que, con sus 1.400 kilómetros de longitud, posee el honor de ser la senda costera más larga del mundo.
La playa de Barafundle, el muelle de Stackpole y el colorido pueblo de Tenby son paradas obligatorias en el parque. En Tenby, cerca de su puerto, el olor a mar se filtra por los estrechos callejones de corte medieval hasta llegar a casonas milenarias, algunas de las cuales albergan hoy buenos restaurantes y pequeños comercios que suelen rebosar de vida en verano.
Un aficionado a la buena mesa era el famoso poeta galés Dylan Thomas, quien encontró en los paisajes que rodeaban a su casa de Laugharne, una fuente inacabable de inspiración. Este pueblo es una buena parada en la ruta entre Pembrokeshire y la península de Gower.
Al llegar a la península de Gower es fácil comprender por qué fue la primera zona del Reino Unido en ser declarada Área de Belleza Natural Destacada (AONB, Area of Outstanding Natural Beauty). El mundo parece haberse detenido al pasear por playas como Rhossili – ofreciendo dunas, acantilados y los restos de un naufragio en sus casi 5 km de longitud – y Three Cliffs Bay. En otras playas batidas por aguas más testarudas, surfistas enfundados en trajes de neopreno cabalgan olas sobres sus tablas.
Ya en tierra, ruinas de antiguos castillos, menhires de la Edad del Bronce y la ‘Dama Roja’ de Paviland – con 30.000 años de antigüedad, los restos humanos más antiguos encontrados en Gran Bretaña-, se mezclan con el verde fulgurante del paisaje y hacen las delicias de los amantes de la historia y la arqueología.
La tenue luz del atardecer reverbera en las antiguas rocas de los acantilados y las aguas del mar antes de partir hacia una de las maravillas naturales del interior de Gales: el Parque Nacional Brecon Beacons.
Parque Nacional Brecon Beacons – Wye Valley AONB – Cardiff (135 km)
Las Black Mountains forman la columna vertebral del Parque Nacional de Brecon Beacons. En los pliegues que separan a este grupo de montañas y colinas, se acomodan una miríada de lagos glaciares, bosques, prados y pequeños pueblos en los que la vida transcurre a un ritmo más lento.
Es el caso de Talgarth, donde aún existen numerosas casas de piedra; Hay-on-Wye, lugar de culto para los amantes de las librerías de segunda mano y las tiendas de antigüedades; o Crickhowell, clara representación de la vida rural galesa.
Uno de los mejores senderos del parque nacional es el que lleva a explorar las múltiples cascadas de agua existentes en el área comprendida entre Pontneddfechan y Ystradfellte, conocida con el sobrenombre del Waterfall Country.
En realidad, las rutas en Brecon Beacons son innumerables, pudiendo ser recorridas en bicicleta, a pie o a caballo.
Algo más al este, compartiendo su belleza con Gales e Inglaterra, aparece el Wye Valley AONB, por el que fluyen, creando vida y color, las aguas de los ríos Wye y Usk.
Las carreteras secundarias que atraviesan este valle fronterizo son de las que exigen grandes esfuerzos de concentración, pues el paisaje que las rodea llama poderosamente la atención del conductor. Claro ejemplo de ello son los tramos entre Chepstow y Raglan, y entre Devauden y Llansoy.
Paradas obligatorias en Wye Valley son pueblos como Abergavenny, Monmouth y Usk, en los que construcciones milenarias conviven con nuevos comercios que se integran a la perfección , la abadía de Tintern, que inspiró algunos poemas de William Wordsworth y los bellos jardines de Dewstow.
Las estampas de la salvaje naturaleza galesa se borran del retrovisor al conducir por el asfalto de Cardiff. Como no podía ser de otra manera, la capital de Gales está dominada por un castillo. Sin embargo, a su alrededor, la antigua ciudad medieval se ha transformado en una moderna y vanguardista urbe. Buena prueba de ello es el Wales Millenium Centre, que alberga la Ópera Nacional de Gales.
La vida fluye por las arterias principales, High Street y Queen Street, mientras que la Bahía de Cardiff se presenta como la mejor opción para un último paseo al atardecer, antes de ir a disfrutar de la magnífica cerveza artesanal y el ambiente jovial de Tiny Rebel Cardiff.
La música se eleva sobre el fragor de animadas conversaciones. Unas canciones que ya no hablan de héroes, batallas y leyendas de una Gales que prefiere guardar sus más preciados tesoros para aquellos que deciden entregarse a ella con la valentía propia de los caballeros de Arturo y los anhelantes corazones de los poetas de la tierra. Una tierra mágica. Eso es Gales.
Pocos lugares del mundo concentran unas rutas tan espectacularmente bellas y sorprenden al viajero como lo hace el increíble país de Gales.
Más información: www.visitbritain.es
Fotos: Crown Copyright
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