La costa del Cantábrico sorprende a habitantes y turistas con paisajes que parecen sacados de película. No hace falta irse muy lejos para poder disfrutar de playas salvajes, majestuosos acantilados bañados por el mar y gastronomía de arraigo popular con la que deleitarse y soñar despierto. A veces, todo lo necesario para saborear unos días libres o incluso una escapada de fin de semana puede estar a tan solo unos kilómetros.
Primera parada: San Sebastián
Toda ruta comienza con un punto de partida y, en este caso, ¿qué mejor que la cinéfila Donostia? La capital Guipuzcoana presume de ser todo un referente en lo que a circuitos de festivales de cine se refiere pero también en cuanto a gastronomía, monumentos y maravillas naturales. Conocer los rincones más bonitos de San Sebastián y sus proximidades resulta indispensable para sentirte como un auténtico Donostiarra.
Playa de la Concha y su Bahía
Ha sido incluida en muchos listados y nombrada en varias ocasiones como una de las mejores playas de España, de Europa e incluso del mundo. La verdad es que motivos no le faltan ya que enamora a todo aquel que la visita con su fina arena de tonos dorados, elementos arquitectónicos, vistas a la isla de Santa Clara y mareas que cambian constantemente el tamaño de la playa.
Playa de Ondarreta y Peine del Viento
Paseando por el paseo marítimo llegamos hasta la vecina Ondarreta, de aguas más calmadas y perfecta para toda la familia. Si continuamos el paseo un poco más llegaremos hasta la famosa escultura de Eduardo Chillida, El Peine del Viento. Se trata de un conjunto de esculturas ubicadas en un enclave único y visitadas frecuentemente por un fuerte oleaje. Su localización, porte y composición hace que al conocerlas en persona lleguen a imponer. Sin duda, una parada obligada en cualquier visita a la ciudad.
Segunda parada: Zumaia
Tomamos carretera y manta pero no por mucho tiempo ya que la distancia que separa San Sebastián de Zumaia es de apenas media hora en coche y unos pocos kilómetros. Zumaia llama la atención no solo por ser la desembocadura de uno de los principales ríos de la provincia, el río Urola, sino también por los espectaculares acantilados que abrazan su costa, sus estratos rocosos conocidos con el nombre de flysch y las competiciones de remo que lo posicionan en el mapa deportivo.
Playa de Itzurun y su flysch
La Playa de Itzurun salvaguarda varias maravillas geológicas naturales. Es una playa bastante larga, de arena fina y muy cercana a la población de Zumaia. Su cercanía hace que se pueda ir caminando desde el centro histórico, convirtiéndose así en un agradable paseo entre las principales calles y la fascinante playa.
Es conocida por estar rodeada de acantilados verticales que se alzan sobre el mar y dispone desde el año 2006 de la certificación Bandera Azul, siendo así una de las playas con mejor calidad ambiental. En su lado derecho, casi llegando al final de la playa, se puede observar el flysch. Formación que se ha ido creando con el paso de los miles de años y que forma junto con el municipio de Deva el impactante Geoparque de la Costa Vasca.
Ermita de San Telmo
Ubicada en uno de los entornos más espectaculares de todo Guipúzcoa, la Ermita de San Telmo ha dado protección a todos los marineros que han pasado cerca de sus aguas. Los primeros relatos la sitúan hacia el 1540 y resulta una parada obligatoria no solo para poder contemplar su belleza, sino para poder apreciar el bonito entorno que la rodea desde lo más alto de la colina.
Tercera parada: Lekeitio y la mágica Isla de San Nicolás
Antiguo pueblo pesquero a una hora en coche de nuestra anterior parada, Zumaia. La carretera que los conecta regala unas vistas fascinantes al Mar Cantábrico y golfo de Vizcaya, haciendo el camino mucho más ameno. Lekeitio, aún siendo una pequeña población de no más de 8.000 habitantes, tiene mucho que ofrecer. Desde el casco histórico al puerto, su playa y la mágica Isla de San Nicolás.
La Isla de Garraitz, o también conocida como San Nicolás, bien merece una visita fugaz ya que cuando la marea sube el camino que conduce hasta ella queda sumergido en sus aguas. Es una isla que emerge justo delante de la población de Lekeitio y desde la cual se observan unas vistas envidiables del pueblo pesquero.
En lo alto de la superficie se pueden encontrar las ruinas de lo que fue una antigua ermita y más tarde un convento. Muchos dicen que incluso, cuando la marea está muy baja, es posible llegar andando desde la propia playa.
Cuarta parada: Ea, Mundaka y Bermeo
En un abrir y cerrar de ojos nos encontramos con tres localidades iguales pero a su vez distintas. Mientras Ea nos recuerda a la bella Venecia con los ríos que atraviesan la población y sus puentes empedrados, Mundaka permite transportarnos a la Edad Media con la visita a la Ermita de Santa Catalina.
Ea
Es uno de los pueblos con más singularidad de toda la comunidad. Entre sus atractivos predomina el perderse por sus empedradas calles y puentes de piedra, admirar sus pintorescos caseríos que se encuentran distribuidos por todo su núcleo y llegar andando hasta el puerto y la ría. Resulta increíble ver cómo la lengua de mar entra hasta la pequeña localidad que se encuentra rodeada de un entorno natural indescriptible.
Mundaka y Bermeo
Ambos son pueblos pesqueros de gran belleza en los que invertir al menos una tarde es una muy buena idea. Mundaka es más bien tranquilo, pequeño, con varios restaurantes y un puerto tradicional. Destaca su casco histórico y la Ermita de Santa Catalina, una de las joyas más bonitas de toda la comunidad con vistas panorámicas al Golfo de Vizcaya.
Bermeo, por el contrario, tiene una vida nocturna más activa y dispone también de gran variedad de restaurantes. Entre sus imprescindibles destaca el Puerto Viejo y su casco antiguo.
Quinta y última parada: Cabo Matxitxako y San Juan de Gaztelugatxe
Antes de llegar a nuestra última parada decidimos hacer una pequeña pausa en Cabo Matxitxako para contemplar el maravilloso paisaje que ha ido esculpiendo el agua y el tiempo a su paso por la vertiginosa Costa Vasca.
En el Cabo se disfruta de mucho aire, unas impresionantes vistas al Cantábrico, el faro de Matxitxako y también de varios peñones que lo vigilan día y noche. Desde Matxitxako y solo si nos fijamos bien también se puede ver el imponente islote de San Juan de Gaztelugatxe dándonos una calurosa bienvenida.
San Juan de Gaztelugatxe es un lugar mágico y un claro ejemplo donde la realidad supera a la ficción. Está conectado con tierra firme a través de un camino creado por el hombre que conduce hasta la Ermita de San Juan, a 150 metros del nivel del mar. Para llegar hasta la ermita hay que enfrentarse a 241 escalones pero la recompensa al llegar hasta lo más alto es más que justa.
Desde la cima se pueden apreciar acantilados que quitan el aliento, playas salvajes y varias localizaciones que han sido escenarios de series de gran éxito internacional como Juego de Tronos.
El litoral Vasco es hogar de altos acantilados verticales, playas salvajes, marineros que salen a la mar, pueblos con mucha tradición e islotes que lo salvaguardan. Su costa es una muy buena opción en la que dejarse perder sin mucha intención de que nos encuentren o al menos hasta que el fin de semana o los días libres terminen.
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