Una tradición milenaria se vive aún en nuestros días en Perú. Se trata de la renovación de Q’eswachaka, el último puente colgante inca que se erige sobre el Río Apurímac a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar.
Elaborado completamente con fibras vegetales y sin utilizar ningún tipo de tecnología para su reconstrucción, cada año durante la segunda semana de junio se reúnen los miembros de las comunidades de Huinchiri, Chaupibanda, Choccayhua y Ccollana, del distrito de Quehue (Cusco) para honrar a la tierra a través de un rito que, generación tras generación, ha transmitido su sabiduría y cultura.
Reconocido como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco desde 2013, el Q´eswachaka es el símbolo vivo de cultura, comunidad y respeto a los ancestros. Su renovación anual representa la relación del hombre con la naturaleza y la espiritualidad, a través de una labor llevada a cabo a mano entre los miembros hermanados de diferentes comunidades.
El rito milenario
El Q´eswachaka forma parte del complejo sistema vial de caminos conocido como Qhapaq Ñan cuyo objetivo era unir de manera estratégica el Tahuantinsuyo, el Imperio Inca que unía los territorios de lo que hoy son Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina.
La ceremonia de renovación de este singular puente de 28 metros de longitud y 1,20 metros de grosor se inicia con el corte del puente anterior, cuyos restos se dejan caer al río. La renovación está oficiada por el sacerdote andino Cayetano Canahuir, que se encarga de brindar ofrendas a la Pachamama y a los Apus a fin de obtener protección y prosperidad para los pobladores.
El nuevo puente se elabora durante tres días. Primero tiene lugar la recolección de la fibra vegetal, que se pone a secar al sol. A continuación, se aplana con rocas a fin de dejar el material bien estirado y templado. Después, se tejen finas cuerdas que, posteriormente, se unen en unas más grandes. Así, poco a poco se empieza a tejer el nuevo puente de mano de los Chakaruwaq (portadores del saber ancestral) que van de un extremo a otro hasta que se encuentran en el centro del puente.
Con el nuevo puente listo, al cuarto día llega el momento de la celebración, las felicitaciones entre los miembros de las comunidades y un día de bailes tradicionales, para honrar una labor que, año tras año, hace que pasado, presente y futuro se unan bajo un mismo sol.
A nivel turístico, es posible acudir al distrito de Quehue y cruzar este puente único para sentir de primera mano cómo era atravesar la impresionante orografía de los Andes, así como maravillarse con unas vistas únicas.
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