Las olas del océano bañan el oeste del país. A lo largo de estos miles de kilómetros de costa, se extienden las bellas playas de Marruecos para relajarse y disfrutar de todos los placeres que ofrece la proximidad de las aguas del Atlántico. Naturaleza, cultura, patrimonio, gastronomía se aúnan este verano en el secreto marroquí.
Dakhla, un paraíso entre las dunas del Sáhara
Un lugar donde se abrazan desierto y océano. Dakhla es una estrecha península de 4 kilómetros de ancho y unos 60 de largo, una curiosa y particular morfología que la convierte en un destino atractivo constituido por infinitas playas donde relajarse o donde disfrutar de todo tipo de actividades náuticas. De hecho es un auténtico paraíso para los amantes del Kitesurf, la estrella del lugar en lo que a estos deportes se refiere. Estas costas están consideradas como unas de las más bonitas de Marruecos. Aisladas del mundo por el desierto que las rodean, son un verdadero remanso de paz. Destacan en concreto dos playas: la PK25, la más popular entre los amantes del descanso; y Foum el Bouir, destinada al deporte náutico.
Dakhla es una ciudad-balneario de las más bonitas de Marruecos. Resulta ideal para relajarse a orillas de su laguna, bañarse y divertirse, pero también invita a la aventura: está situada a las puertas del desierto y se abre a la inmensidad del Sáhara donde se pueden surcar las dunas, relajarse en el manantial de Asma o descubrir la Duna Blanca.
Essaouira, la antigua y corsaria Mogador
Declarada Patrimonio de la Humanidad, Essaouira –antiguamente denominada Mogador por sus muros almenados- se protege por un cinturón de murallas que abrazan su medina y sus calles encaladas en un blanco cegador. ‘La novia del Atlántico’, como así se la llama, es un escondite para aquellos que buscan los mejores escenarios de calma. La playa de Essaouira, al igual que, a unos veinte kilómetros, la del pueblo bereber de Siki Kauki, es perfecta para iniciarse en el surf. A los más atrevidos les aguardan las mejores olas de Marruecos en el también cercano spot surfero de Cap Sim.
Resulta muy agradable pasear a la sombra de las murallas de Essaouira desde donde, siguiendo el adarve, podemos contemplar las islas Púrpuras y a los halcones y gaviotas que revolotean sobre esta reserva natural. A las afueras de la ciudad, la expedición es más deportiva: existen muchas rutas que recorren los alrededores, serpenteando entre impresionantes paisajes formados por lagos artificiales.
Agadir, sinónimo de evasión
Esta ciudad, principal estación termal del país, disfruta de 300 días de sol al año y es un hervidero de actividades. A la orilla del mar, cafés y restaurantes abren sus puertas para que descubrir la gastronomía local y deleitar el paladar con sus especialidades. La ciudad se encuentra ubicada sobre uno de los más hermosos tesoros de la naturaleza: la bahía de Agadir, desde 2002 declarada como una de las más hermosas del mundo. Sus playas son uno de los atractivos más destacados de la zona. Algunas están protegidas en bahías o arrecifes que disminuyen la fuerza del viento y de las olas, por lo que son tranquilas y apropiadas para el baño. Otras están más abiertas al océano, disfrutando de viento constante y grandes olas que atraen a los aficionados al surf, windsurf y kitesurf.
Recorrer Agadir y su región es ir en busca de su artesanía nómada. Los puestos, rebosantes de fruta fresca y de especias, embriagan con sus persistentes aromas estas bulliciosas calles iluminadas que llevan al zoco El Had, lugar donde encontrar maravillas únicas en su género: pendientes, collares y colgantes.
Saidia, la Perla Azul del Mediterráneo
Población de tradición marinera, Saidia cuenta con una de las playas más largas de Marruecos, de arena fina y dorada. Conocida como la ‘Perla azul’, es el Marruecos del Mediterráneo protegido, con aguas azules y cálidas, ideal para pasar unas vacaciones familiares o entre amigos. Sus playas invitan a relajarse, pero también constituyen auténticos terrenos de juego en los que los más deportistas pueden poner a prueba sus capacidades.
Alrededor de Saidia, la naturaleza dibuja unos cuadros maravillosos. Existen excursiones organizadas hasta obras de arte que no dejan indiferente a nadie. A pocos kilómetros de la ciudad, el cabo Ras-El-Ma se adentra en el mar. También en los alrededores de Saidia, la desembocadura del Muluya es de visita obligada para todos los amantes de la naturaleza. Es un lugar clasificado de interés biológico, donde crecen todo tipo de plantas y se pueden observar multitud de aves.
A 60 km de Saidia, en el interior, Oujda le desvela la riqueza de su larga historia. Su patrimonio es incalculable: la medina con sus puertas monumentales, el palacio Sebti, emporio de la vida cultural y, un poco más lejos, el parque Lalla Aicha, ideal para pasear y refugiarse del calor entre la vegetación. Sin lugar a dudas las playas de Marruecos y las bellezas naturales del país son una perfecta elección para unas vacaciones inolvidables.
Los viajes de mi vida, Marruecos
Y sin querer, Marruecos nos enamoró