Nicoya, la desconocida península de Costa Rica

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Seguramente habrás oído hablar de la gran cantidad de volcanes que conforman Costa Rica, el increíble Parque Nacional de Tortuguero donde descubrir una de las regiones más ricas en fauna y flora o su atractiva capital, San José.

Lo que quizás no sabías es que a solo media hora de avión de la capital puedes llegar hasta una de las zonas más remotas de la provincia de Puntarenas y disfrutar de atardeceres memorables, bahías con bioluminiscencia permanente, playas idílicas, piscinas naturales, cascadas y zonas alejadas de núcleos turísticos. Además, Costa Rica permite la entrada a turistas españoles y de varios países siempre y cuando se cumplan ciertas medidas COVID.

Puntarenas es una de las 7 provincias de Costa Rica y la península de Nicoya es de las más grandes y remotas. Está ubicada en la zona occidental y ocupa gran parte de la costa del Pacífico. Además, la península de Nicoya es una de las 5 Blue Zones reconocidas en todo el mundo junto con Okinawa (Japón), Sardinia (Italia), Ikaria (Grecia) y Loma Linda (California).

Varios estudios realizados por científicos y demógrafos han demostrado que estos 5 lugares tienen en común la longevidad de su población y una vida saludable que en muchas ocasiones lleva a superar los 100 años de vida.

Para llegar hasta la península desde la capital hay que conducir una media de 4 horas o subir a un pequeño vuelo nacional con destino Tambor, Punta Islita, Nosara o Nicoya.

En esta ocasión volaremos hacia Tambor. Es un vuelo de escasos 30 minutos de duración compartido con otras 7 personas en el que poder disfrutar de unas vistas panorámicas de toda la zona sur de la península, aguas con varias tonalidades de azul y una vegetación exuberante. El aterrizaje es también una experiencia en sí, cruzando la bonita playa de Tambor, entrando por el mar, atravesando la arena y finalmente llegando a la pequeña pista de aterrizaje.

Alrededores de Tambor: largas playas y bioluminiscencia

En las proximidades del pueblo pesquero de Tambor hay muchas playas por visitar y lugares que conocer. La misma playa de Tambor es una de ellas, larga y de arena fina con inquilinos propios de la zona, los cangrejos. Se pueden divisar por toda la playa, así como los agujeros donde se esconden.

Si se visita hacia el atardecer, seguramente, se puede disfrutar de algún que otro partido de fútbol amistoso en una pequeña cancha y ver cómo las avionetas descienden hasta casi tocar el agua para dirigirse al cercano aeropuerto.

Muy cerca de Tambor encontramos la playa y el pueblo de Pochote. Desde allí salen varias excursiones al caer la noche con el fin de observar el fenómeno de la bioluminiscencia. Resulta que Costa Rica es uno de los mejores lugares desde donde percibir este fenómeno provocado por algunos organismos vivos que reaccionan iluminándose con el romper de las olas, el movimiento de un remo o simplemente tocando el agua.

Es una experiencia visual indescriptible que se puede contemplar también en determinadas zonas de México, Puerto Rico, Maldivas e incluso Japón. Ya entrada la noche y al volver a Pochote varios de sus habitantes se juntan a la fresca con el fin de pescar y hablar entre ellos.

Otra playa que descubrir y en la que no hay problemas para dejar la toalla es Playa Muertos. Vecina de Pochote y Tambor es una playa solitaria en la que lo más práctico es llegar en bote. No suele aparecer en las guías, la descubrimos gracias a los lugareños y es uno de los secretos mejor guardados de Costa Rica.

Otro tesoro es la Reserva Nacional de Cabo Blanco, ubicada en la misma zona desde donde observar fauna y flora muy variada, realizar excursionismo y disfrutar de la bonita playa de Cabo Blanco, también larga, de arena fina y poco concurrida.

La Reserva Nacional de Cabo Blanco es el área protegida más antigua de Costa Rica y fue creada en 1963 con el fin de proteger el maravilloso entorno natural del que presume el país entero. En Costa Rica se encuentra el 5% de la biodiversidad del planeta, dato que no deja indiferente a nadie y aún más sabiendo que se extiende a lo largo de 51.000 km2, siendo Costa Rica uno de los países menos extensos de todo América Central. También alberga el 3,5% de la biodiversidad marina mundial, un tesoro para los amantes del buceo y la biología marina.

Montezuma y sus cascadas

A mitad de camino entre Tambor y Santa Teresa playa nos topamos con un pequeño pueblo llamado Montezuma. En él se puede encontrar casi todo, tiendas en las que contratar varias excursiones (incluso al país vecino, Panamá), submarinismo (isla Tortuga) o paseos en lancha sin las aglomeraciones propias de los lugares más turísticos.

En Montezuma se respira un aire tranquilo y bohemio, sin prisas pero sin pausas. Tiene varios bares y restaurantes donde poder comer, cenar o tomar algo en primera línea de playa. También hay varios caminos y excursiones cercanas como ir a bañarse a la cascada de Montezuma mientras se escucha el agua caer.

La cascada de Montezuma es todo un monumento natural compuesto de 3 cascadas posicionadas de forma contigua. Ideal para pasar un día más tranquilo en plena naturaleza y refrescarse en sus frías aguas.

Playa de Santa Teresa, Playa Hermosa y Manzanillo

Santa Teresa playa, a 40 minutos en coche de Montezuma, se ha convertido en uno de los mejores lugares desde donde poder contemplar la puesta de sol. Resulta ser todo un espectáculo donde el cielo se tiñe de tonos amarillos, naranjas, rojos y lilas para dar paso a un azul más oscuro y, finalmente, a la noche. Tiene un pequeño pueblo en el que hay varios servicios tales como supermercados, restaurantes, algunos hoteles, cajeros, entre otros.

Cerca de Santa Teresa y en dirección a Playa Hermosa hallamos varias piscinas naturales que se llegan a fusionar con las rocas y el mar. Son piscinas pocos concurridas, formadas gracias a la marea baja y de agua más bien caliente. Resultan ser una muy buena opción para disfrutar de un baño sin corrientes y sin olas.

Playa Hermosa es también una alternativa para probar alguna clase de surf, observar un bonito atardecer o sencillamente disfrutar de un paseo a orillas del océano.

Si seguimos la carretera (por el interior) hasta Playa Manzanillo nos toparemos con varios pueblos que permitirán conocer de primera mano el día a día de los costarricenses. Se recomienda ir con un vehículo todoterreno ya que a veces los caminos pueden no estar asfaltados, sobre todo en estas zonas.

El conducir un vehículo todoterreno permite circular por varias vías secundarias las cuales son utilizadas muchas veces como atajos. No es de extrañar que a veces el navegador nos mande por tramos por los que incluso se llegue a cruzar algún río. Es, por lo tanto, altamente recomendable disponer de un vehículo 4×4 y poder así investigar cada rincón del país. Por otro lado, si llueve, es mejor no circular por carreteras secundarias ya que el riesgo de desbordamiento puede ser elevado.

La playa de Manzanillo está lejos del ajetreo de los pueblos y ciudades, es estrecha, alargada, rica en palmeras y de carácter salvaje. Está ubicada en una zona menos conocida la cual no tiene nada que envidiar a otras playas de Costa Rica y sus habitantes más cercanos te harán sentir como en casa. Si se busca desconexión o una playa en la que andar largo y tendido estás en el lugar idóneo.

El sentirte como en casa es, quizás, parte de la esencia de Costa Rica. El termino “Pura Vida” es utilizado por sus habitantes para un sinfín de acciones, desde decir hola, adiós, que tal va todo, todo excelente, larga vida, buena vida, entre otros. Es, indiscutiblemente, una bonita expresión de múltiples significados y todos ellos relacionados con el buen humor, los buenos deseos y la paz hacia los demás.

Nicoya es uno de esos lugares donde el tiempo se detiene y se respira paz, tranquilidad y felicidad. Es una región en la que desconectar, reconectar y cuestionarse las prioridades está a la orden del día y un verdadero paraíso donde habitantes y turistas son auténticos privilegiados.

El Camino de Costa Rica, impulsando el turismo sostenible