‘Poc a poc’, así se vive y siente la vida en Menorca: poco a poco, con calma y tranquilidad. Una Reserva de la Biosfera que ha logrado preservar su esencia natural y calidad de vida incluso en los tiempos difíciles que estamos viviendo. Un destino que transmite confianza tanto para una escapada vacacional… como para pasar una temporada teletrabajando en un entorno de bienestar excepcional.
Basta subir a lo alto del monte Toro, la cima de la isla y su epicentro, para darse cuenta de la maravilla natural que arropa a quien se deja tentar por Menorca. Sus escasos 357 metros de altitud son, sin embargo, la mejor atalaya para admirar toda la isla en una panorámica de 360º al amparo del Cristo redentor que se alza, brazos abiertos, sobre su monte y su ermita-santuario. Y también para darse cuenta de que aquí todo queda muy cerca… pero también alejado del estrés de la vida cotidiana en las urbes peninsulares. Por eso Menorca, atrapa, seduce, protege.
‘Piano piano si va lontano’ reza el popular refrán italiano. Y tiene razón, las prisas son (casi) siempre malas consejeras; no hace falta correr para llegar a la meta, a cualquier meta. Una versión casi idéntica al ‘poc a poc’ con el que los menorquines acogen a quienes les visitan, transmitiéndoles tranquilidad y cercanía; haciéndoles partícipes de una opción de vida que encaja a la perfección con el entorno natural que envuelve la isla.
Como esa Reserva de la Biosfera que tiene su núcleo en el parque natural de s’Albufera des Grau; como ese histórico Camí de Cavalls que circunvala la isla en sus 185 kilómetros de perímetro, el mejor lugar para andar respirando pura esencia mediterránea, hacer ejercicio… y reencontrarse con uno mismo-
En el extremo occidental de Menorca se encuentra Ciutadella, la antigua capital de la isla. Sus orígenes remotos han dejado un importante patrimonio arqueológico en la zona, en forma de megalitos como las ‘taules’ (megalitos), el Talaiot y las navetas. El casco histórico de esta hermosa ciudad portuaria, llamado Es Born, está rodeado de calles medievales llenas de palacios, iglesias y fortalezas.
Muchas de sus más de 80 calas y playas todavía vírgenes y rodeadas de pinos y magia mediterránea, Menorca es la isla menos afectada por el turismo de masas, y por eso ha podido mantener intacta su fascinante naturaleza.
Menorca se encarama por encima de un mar de aguas color turquesa y se ha ganado su prestigio gracias a las grandes peculiaridades de su gastronomía, con la noble arquitectura de Ciutadella como estandarte y con el elegante ambiente inglés de Mahón.
Como describe el popular periódico británico The Telegraph, esta isla ha estado fomentando discretamente el turismo sostenible durante años, mucho antes de que se pusiera de moda. Sus paisajes suaves son ideales para actividades como caminar, andar en bicicleta o montar a caballo, sin pendientes pronunciadas.
Los monumentos de piedra que se remontan a miles de años atrás se encuentran dispersos por el campo, proporcionando señales para unas vacaciones de senderismo, mientras que los antiguos caminos costeros han sido restaurados para unir la serie interminable de calas perfectas.
Menorca demuestra día a día a quien viaja o la escoge como estancia temporal que el verdadero lujo no está en lo material sino en la tranquilidad, en la buena vida, en lo natural… ¡En lo auténtico! Incluida una gastronomía sana, de calidad y de proximidad. Por eso Menorca es un refugio seguro donde alcanzar el equilibrio emocional.
Más información: www.menorca.es
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