La Costa Brava es una de las zonas costeras más bellas del litoral catalán. Es uno de esos lugares a los que se vuelve una y otra vez y sorprende con más de 200 km de costa, pueblos de origen marinero, espacios naturales protegidos y gastronomía de arraigo popular.
La esencia mediterránea se respira en cada rincón y, aunque hay zonas más populares que otras, en este artículo queremos dar a conocer esos rincones que conservan una belleza y tradición únicas pero que no son tan concurridos. Hablamos de pequeñas calas de agua turquesa, caminos que bordean la costa, piscinas naturales, pueblos pintorescos en los que sentirse un vecino más o puertos en los que poder saborear la pesca del día.
Platja Fonda y el camino que conduce hasta Aiguablava
Mientras que la Cala de Aiguablava es una de las más conocidas y visitadas de Begur, su vecina Platja Fonda es una de las más singulares, salvajes y menos frecuentadas de la zona. Con tan solo 160 metros de largo, la cala es un refugio natural de aguas cristalinas y forma de media luna sin servicios. El no disponer de servicios o comodidades hace que la playa se conserve en su estado más natural ofreciendo un entorno atípico muy difícil de igualar.
Otro de los rincones que bien merece una visita es el que nace en el cruce cercano a Platja Fonda y que conduce hasta la cercana Cala de Aiguablava. Forma parte del conocido Camí de Ronda y, gracias a él, descubrimos la colorida zona de Fornells y sus piscinas naturales.
Tamariu, Cala Aigua Dolça y Cala Aigua Xelida
Tamariu, con menos de 300 habitantes, presume de ser una de las poblaciones que sigue conservando la tranquilidad y aspecto virgen que caracteriza la zona. Lo que nació siendo un pequeño poblado de casas blancas de pescadores es, a día de hoy, un pueblo que ha ido creciendo poco a poco pero sin perder ese espíritu marinero que lo caracteriza.
Paseando por sus calles encontramos varios bares en los que poder sentarse en una terraza, la playa de Tamariu, sus pequeñas embarcaciones y la Cala de Aigua Dolça, de aguas cristalinas y rodeada de un entorno natural inigualable. Muy cerca hallamos también la paradisíaca Cala Aigua Xelida, con multitud de pinos que ayudan a refugiarse del calor incluso los días más soleados.
Las aguas cercanas a Tamariu resultan ser un paraíso para los amantes del snorkel y submarinismo. Los fondos marinos próximos a la población están muy bien conservados y son un enclave único en el que poder conocer la fauna marina propia del mediterráneo.
Si no nos convence la idea de hacer submarinismo, siempre podemos sumergir la cabeza debajo del agua e igualmente disfrutar de un impresionante espectáculo observando la multitud de peces que se acercan hasta sus costas.
Port de la Selva y el Faro de Punta S’Arenella
Port de la Selva es una de las últimas poblaciones de la Costa Brava. Se encuentra a tan solo 30 Km de la frontera con Francia y está ubicada en el Parque Natural de Cap de Creus, un espacio en el que conviven calas, formaciones rocosas moldeadas por la tramuntana y pueblos con larga tradición pesquera.
La zona puede llegar a resultar familiar ya que muy cerca se encuentra también la popular población de Cadaqués. Resulta curioso ya que aunque la distancia que separa ambas poblaciones sea de tan solo 14 kilómetros, algunos visitantes se decantan por conocer solo la zona cercana a Cadaqués.
Dar una oportunidad a Port de la Selva y todo lo que rodea la cara norte del Cap de Creus puede resultar una muy buena idea. Desde darse un chapuzón en sus tranquilas aguas, perderse por sus callejones de casas blancas o disfrutar de una jornada de senderismo hasta el Faro de Punta s’Arenella. ¡Un planazo!
Llafranc y sus alrededores
Llafranc huele a mar, paella recién preparada, arena mojada y madera vieja propia de los barcos que descansan en su playa. Es uno de los secretos mejor guardados de la Costa Brava y un remanso de paz y tranquilidad asentado muy cerca de Calella de Palafrugell y Tamariu.
Es un municipio que vive entre la tradición y la modernidad y que tiene mucho que ofrecer tanto a turistas como a sus pocos habitantes. Resulta imposible irse del lugar sin antes conocer el Faro de San Sebastián, sus impresionantes vistas o completar el Camí de Ronda que va a dar hasta el vecino pueblo de Calella de Palafrugell.
En realidad, una de las mejores panorámicas se esconde en el tramo inicial del Camí de Ronda, con vistas a toda la población, el puerto y el entorno natural que lo abraza.
Camí de Ronda que une S’Agaró y Sa Conca
El tramo que une la población de S’Agaró y Sa Conca es, posiblemente, uno de los tramos más bonitos y llanos que recorren la Costa Brava. Es un sendero que bordea un conjunto de casas exclusivas de la burguesía catalana del siglo XX y combina naturaleza, pequeñas calas en las que ir descansando, miradores y acantilados que van a dar al mar.
Es un paseo sin dificultades y apto para toda la familia en el que resulta muy complicado pasear sin hacer fotografías. Todos sus rincones esconden una bonita instantánea pero destaca el mirador circular de 8 columnas con vistas al mediterráneo, las múltiples escaleras que nacen de la roca y que conducen hasta el mar y la terraza-mirador con bóvedas de tonos blanquecinos.
Foto apertura: Panorámica Llafranc / Alba Feliz