¿Quién de nosotros no ha sufrido alguna vez retraso en su vuelo?, en mi caso, y no os miento si os digo, que el 80% de las veces lo suelo vivir en primera persona, increíble pero cierto, quien me conoce sabe de qué estoy hablando.
He de reconocer que las interminables horas de espera no dejan de ser un poco irritantes, pero a la vez divertidas, en estos momentos no hay nada como un buen libro para evadirte durante varias horas en una historia paralela a cualquier realidad. Aunque admito que a veces la realidad te cautiva más que la ficción, es por ello que acabo abandonándolo y pongo mis cinco sentidos en observar todo tipo de anécdotas que me envuelven en esos instantes en los que en más de una ocasión he llegado a ser yo la protagonista…
Podría empezar porque es habitual encontrarme con algún personaje conocido como la cantante Noa, el equipo de básquet del Unicaja, o en mi último vuelo la política, Carmen Chacón, entre otros.
Sin embargo, después de estar viajando los últimos 20 años…perdonadme pero…acabo de decir ¿dos décadas?, pues sí que soy afortunada…en fín volviendo a lo que nos compete, creo que podría contaros mil historias relacionadas con el mundo de los aviones, imaginaros infinitas horas, demoras, conexiones, aeropuertos, etc…
Desde el tan típico retraso de vuelo donde somos informados con un: “lamentándolo mucho nos hemos quedado sin copiloto en el vuelo destino Bilbao, por lo que estamos esperando a su sustituto que vendrá procedente de Vigo”, a un “disculpen las molestias, pero llevamos en la parte trasera del avión a un extraditado procedente de Gambia que debido a sus continuas increpancias de no querer abandonar nuestro país no podemos despegar”, acabando, y esto es un decir, en un ‘lamentándolo mucho la compañía aérea no dispone en estos momentos de más aviones por lo que serán trasladados por otra compañía aérea’ todo ello a tener en cuenta que los azafatos eran nórdicos y no hablaban nuestro idioma…
Aunque he de reconocer que una de las anécdotas más divertidas que he vivido, fue la protagonizada por una familia andaluza en el vuelo Cannes-Barcelona donde comenzaba la conversación a 10.000 pies con un ‘mamá aquí no hay cobertura para poder llamar a papá’ o esa azafata que se acerca y le comenta ‘¿disculpe ha pedido usted un pannini verdad? A lo que la amable señora contesta ‘no no, le he pedido algo pal niño’ como buena andaluza que soy, me sentí muy identificada ya que sigo pensando que a día de hoy, en muchas ocasiones, siguen sin entenderme cuando hablo…
Pero sin duda, la mayor anécdota vivida en un aeropuerto fue con mi gran compañero de viaje Martín, ocurrió justo cuando volvíamos de Nepal e hicimos escala en la India, país que deseaba y deseo, a día de hoy, visitar cuando me permitan entrar…
Teníamos el visado en regla para poder visitar la ciudad de Delhi durante las 12 horas de escala que teníamos antes de regresar a España, cuando aterrizamos en el país nuestra gran sorpresa fue que nos comunican que por temas de “seguridad” no podemos dejar nuestras maletas en ninguna consigna, ya que no existía este servicio como en otros aeropuertos, por lo que si queríamos salir a la capital debíamos hacerlo con los 20kg durante las siguientes 12 horas que teníamos por delante…a lo que obviamente nos negamos.
En ese instante he de reconocer que nos indignamos y muchísimo ya que teníamos muchas ganas de conocer al menos un pedacito de este país, pero era inviable llevar encima tanto peso durante tantas horas.
Por lo que tomamos la decisión de facturar y pasar los controles pertinentes para comer algo y descansar; es justo en este momento donde empezamos nuestra gran aventura. Lo primero que nos comentan es que por motivo de ‘seguridad’ no podemos facturar hasta 3 horas antes de embarcar en nuestro vuelo, a pesar de la enorme sorpresa aceptamos las normas y decidimos darnos una vuelta por el aeropuerto, total ya habíamos aceptado que no podíamos salir de allí.
Consecutivamente, el policía en funciones nos notifica que eso no es posible ya que no podemos salir del perímetro donde nos encontrábamos por razones de ‘seguridad’…mi paciencia se iba acabando y mi amigo Martín como siempre solo hacía desternillarse.
Lo único que podíamos hacer era, estar tumbados en una especie de diván e intentar dormir para que pasaran las horas lo antes posible y de esta manera poder facturar y pasar los controles pertinentes. Tras varias horas como auténtico “homeless”, y viviendo una situación un tanto surrealista, pensamos que todo aquello no podía ir a más, pero que equivocados estábamos.
Cuando tuvimos la necesidad de comer y beber, observamos que tan sólo existía una mesa con un señor sentado, ofreciendo 4 refrescos y 4 bocadillos, mi sorpresa fue cuando me acerco a adquirirlos y me comenta que no acepta rupias nepalíes sino dólar o rupia india, !¿perdona?! !aquello era el colmo!, ¿!como quieres que te pague en rupias indias si no me dejáis salir de estos 50m2?!.
Os prometo, que fue entonces cuando, por primera vez, llegué a empatizarme con Tom Hanks en su impecable y excelente actuación en “La Terminal”, estábamos atrapados en una sala con 20 personas más sin poder comer o beber y pasando un frío que no os podéis imaginar, hubo durante unos segundos que no sabía si estaba en suelo Americano o Hindú con esa obsesión de la dichosa “seguridad”.
Finalmente pudimos salir de aquella sala y poder embarcar sin más altercados en nuestro vuelo con destino a España. Veinte años de viajes dan para mucho, pero os puedo asegurar que, sin duda, mientras pueda seguiré viviendo estos momentos no solo surrealistas sino llenos de aprendizaje ya que son los que me hacen estar viva.
Como decía el escritor Jean Paul “Sólo viajar es vivir, al igual que, al contrario, la vida es viajar”
1 comentarios
Jajajaja que bueno (voy con retraso pero ya sabes)