Me gusta el vermut, y la verdad es que ha sido todo un redescubrimiento disfrutar de esta bebida hecha para los paladares dulces desde el momento en el que en Barcelona ha vuelto a ponerse de moda tanto el vermut en sí como el ritual de quedar con los amigos para pasar un buen rato alrededor de este licor elaborado a base de vino, azúcar, especias, hierbas aromáticas y sustancias amargas.
La verdad es que no sabía mucho de sus orígenes y al parecer , y según todas las fuentes consultadas, estos habría que buscarlos en la antigua Grecia, dónde fue Hipócrates, quien puso a macerar vino con ajenjo y díctamo obteniendo el vino que en la Edad Media se llamó hipocrático. A lo largo del tiempo y de la historia se fueron añadiendo otros productos como almendras, canela y miel, hasta llegar a la versión del siglo XXI que ha hecho del vermut todo un referente de los encuentros sociales en la actualidad.
Yo tengo mi templo del vermut preferido, el lugar en el que me reúno con familia, amigos y en el que paso espléndidas veladas compartiendo risas, charlas, confidencias, viviendo reencuentros, disfrutando de los seres queridos que viven cerca o muy lejos, y en definitiva gozando de la indolencia de esos momentos en los que parece que conseguimos parar el caos que nos rodea para concentrarnos en lo afortunados que somos de tener tanta gente con la que compartir tantos buenos momentos. Mi particular templo del vermut se llama Lo Pinyol, y según mi opinión es el lugar donde degustar el mejor vermut de la ciudad. Un vermut que seguramente mantiene el espíritu de Hipócrates pero al que añaden su particular “elixir secreto” que hace del dulce licor un verdadero regalo para los sentidos. Amo Lo Pinyol por su vermut, pero seguramente lo que más me atrae del lugar es esa energía que te atrapa en cuanto atraviesas el umbral del local. Como he pensado siempre en la vida, cuando alguien pone pasión y corazón en lo que hace es evidente que las cosas tienen que salir bien. Lo Pinyol es mucho más que un local de vermuts, es un centro cultural, es un lugar en el que conocer gente, es un oasis en la gran ciudad en el que refugiarse con los amigos para recordar que las cosas sencillas son las que mejor nos hacen sentir. Deseo larga vida a Lo Pinyol porque estará siempre ligado a momentos muy felices para mí. A quien no conozca el sitio le recomiendo una velada de vermuts, junto a las fantásticas tapas entre las que es imposible elegir, y cerrar la noche con un “coulant” de chocolate que mi dietista me prohibiría desde el minuto uno pero al que no pienso renunciar. El sabor del vermut paladeando a la vez el chocolate no creo que pueda sustituir a nada pero casi…
En Barcelona también hay otros locales que he añadido a mi particular y corta ruta del vermut, y se encuentran formando una especie de triángulo con Lo Pinyol en el mismo barrio de Gracia. Uno de ellos es La Trini, estratégicamente situado junto a la puerta del Cine Verdi, en el que el pasar una buena velada degustando sus variadas especialidades de vermut y los mejores “fish and chips” a la catalana que yo he probado nunca.
Mi tercer local en Barcelona es Entrapanes Díaz, un lugar en el que hasta hace poco tenían un delicioso vermut de la casa que ahora han sustituido por una versión muy exclusiva de un vermut Martini, y que si bien es realmente delicioso confieso que se echa de menos degustar el anterior. Confío que volverán sobre sus pasos y que las exigencias comerciales se podrán compatibilizar con los gustos de los clientes que me consta siguen pidiendo el licor casero. Las bellas fotos que adornan el lugar y una música que parece sacada de mi playlist hacen de este local otro de mis rincones preferidos de la ciudad.
Y antes de acabar mi mini-ruta vermutera quiero acordarme también de mi preferido Casa Alberto de Madrid, uno de esos lugares que parece que se han mantenido inmunes al paso del tiempo con una decoración que creo ha mantenido inalterada desde su fundación en el 1827, y dónde para mi sirven el mejor vermut de grifo de la capital, junto a una tortilla de patatas inigualable y un pan casero que haría sonrojar a esas barras de plástico gomosas que sin ningún pudor se venden hasta en las gasolineras.
Si amáis el vermut y queréis disfrutar de la ruta propuesta estoy segura de que no os arrepentiréis. En definitiva algo que creó Hipocrátes, quién ha sido considerado una de las figuras más destacadas de la medicina no puede ser malo para la salud…
1 comentarios
Muchas gracias Olivia, como siempre un placer leerte! Que razón tienes porque sin duda un gesto tan sencillo como es difrutar un vermut se convierte en pura magia cuando sabes rodearte de buena compañia y eliges un escenario idóneo y que trasmita “buena energía”, algo que a todos nos hace mucha falta! Gran artículo.