Madeira tiene muchas razones para ser descubierta en Semana Santa. El destino atlántico propone una serie de originales planes para disfrutarlos como se quiera en la mejor compañía, desde el mar o la tierra, disfrutando de la naturaleza o del mejor de los bocados frente al mar.
Funchal, punto de partida
Sin duda, uno de los grandes reclamos del destino es la propia capital del archipiélago, Funchal, que se abre como un balcón al Atlántico, extendiéndose en la costa sur de la isla y erigiéndose como centro turístico, comercial y también cultural del destino.
Además, es también un epicentro creativo en la isla que encuentra en la ciudad el espacio necesario para desarrollar originales iniciativas como el proyecto cultural “Arte de Puertas Abiertas” que la convierte en una “galería de arte al aire libre”.
Divisar Madeira desde el teleférico o descubrirla paseando por el casco antiguo de la ciudad, visitar la bella e histórica Catedral de Sé, el Parque Santa Catarina, la Marina de Funchal o el Mercado dos Lavradores son algunos planes interesantes. Y para terminar el día, la mejor cena con vistas al Atlántico. ¿Se puede pedir más?
Paseos en barco con chef a bordo
Una de las diferentes formas para conocer Madeira es desde el mar. El color azul rodea el archipiélago, brindando una serie de experiencias acuáticas (y refrescantes) para el visitante.
Los tours gastronómicos con chef a bordo es una interesante (y deliciosa) manera de conocer el litoral madeirense degustando la mejor cocina al ritmo de las olas, con olor a océano y avistando cetáceos, convirtiendo a las ballenas y delfines en las mejores compañeras de viaje.
Frente al mar, se encuentra tierra firme con 2/3 de Parque Natural y el Bosque de Laurisilva como principal reclamo, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1999.
Un picnic al amanecer
¿Qué mejor forma de comenzar el día que cogiendo fuerzas mientras sale el sol en el horizonte? En Madeira se puede. Los que disfruten con el turismo activo pueden empezar la jornada con un picnic en Ponta do Rosto para disfrutar de una ruta en el extremo este de la isla, donde surge la Ponta de São Lourenço, una península con cerca de 328 hectáreas y una altitud media de 100 metros.
Las levadas y trekking permiten conocer Madeira en sus más de 2.000 kilómetros en diferentes niveles de dificultad como la Levada do Furado, una de las más antiguas, o la Vereda da Encumeada, que empieza unos metros arriba del refugio de Pico Ruivo, el más alto de Madeira y el tercero de Portugal.
Un jeep tour por la zona de San Vicente es otro plan altamente recomendable para conocer la Madeira verde, profunda y de postal, sin olvidar Santana con sus famosas casas para hacerse a la idea del estilo de vida tradicional, y cuyo municipio fue reconocido en 2011 por la UNESCO con la distinción de “Reserva de la Biosfera”.
Gastronomía: un motivo por sí solo
Si algo caracteriza a Madeira es su riqueza de sabores y es un destino que conquista también por el paladar. En muchas actividades está presente la gastronomía, ya sea a través de rutas como la Ruta de la Caña de azúcar y del Ron de Madeira.
Con el vino como protagonista, con la visita a quintas donde poder degustar su gran cantidad y riqueza de vinos y conocer los viñedos con degustación al final; o saboreando la isla a través de sus platos y productos populares como la “Espetada Regional” pincho confeccionado a base de carne de vaca cortada en dados que se coloca en un pinchito de laurel o el “bolo do caco”, un tipo de pan elaborado con harina de trigo que se come preferentemente con mantequilla de ajo.
Especial mención merece la Zona Vieja de Funchal, que constituye también una gran atracción de la vida nocturna madeirense con sus bares con música ambiente, donde se sirve la tradicional poncha, o restaurantes para degustar las delicias culinarias de Madeira, como el filete de pez espada o la brocheta de carne de res sazonada con ajo, sal y laurel.
Porto Santo, la mejor playa por descubrir y con festival propio
A poco más de dos horas en ferry desde Madeira y a una hora y media de vuelo desde Lisboa, la isla dorada, Porto Santo, es la playa por excelencia para todos los madeirenses.
De hecho, ha sido reconocida como la mejor playa europea. Y no es para menos: sus 9 kilómetros de longitud así lo testifican.
Desde el nivel del mar hasta la mayor altitud de la isla, Pico de Facho (517 metros); paleo dunas; acantilados con pianos, raras formaciones geológicas en zonas compuestas de lava; viñedos; rincones de postal como Ponta Da Calheta, el punto más cercano a la isla de Madeira, que cuenta con el Mirador das Flores; el campo de golf de Seve Ballesteros para los amantes del swing o un poco de historia con la Casa – Museo de Cristóbal Colón que da lugar a un conocido festival a finales de septiembre, son solo algunos de los atractivos de la hermana pequeña del archipiélago.
Más información: www.visitmadeira.com