Comer en Roma es, al igual que amar y rezar, una experiencia mística, porque hay que reconocer que un recorrido gastronómico por la ciudad puede llevarnos al éxtasis más absoluto.
Siguiendo la ruta de Julia Roberts he visto como en la película la llevaban a tomar un helado a San Crispino (muy cerca de la Fontana de Trevi en Via della Panetteria, 42). La verdad es que es una heladería que está muy bien pero que yo encuentro muy moderna a nivel de propuesta de sabores. Recuerdo que una noche de verano me llevó Alessandro, un encantador periodista al que conocí en un vuelo de regreso a Roma y con el que compartimos cine y helados de vez en cuando. La verdad es que una típica cita italiana es la de “andare a prendere un gelato”, siempre he pensado que es mucho menos comprometida que la cena y además si te aburres hay que admitir que es mucho más breve que toda una serata con dos platos y postre. En cualquier caso mi heladería preferida en Roma es sin lugar a dudas Giolitti, muy cerquita del parlamento en Via degli Uffici del Vicario, 40. Las larguísimas colas atestiguan que hoy forma parte de la guía de viajeros de todo el planeta, pero en este caso la espera vale la pena.
Otra opción para una cita rápida es ir a comer una pizza, ya que suelen ser cenas bastante ágiles sobre todo por el ruido del local en la mayoría de los casos y por las colas que se forman en las mejores pizzerias. Si bien es todo un reto elegir una entre los cientos de buenas pizzas romanas yo me decanto por Baffetto, Via del Governo Vecchio 114. Buonissima !
Pero claro no solo de pizza y helado vive el romano, y hay una infinidad de restaurantes entre los que la elección se hace complicada así que por hoy escogeré mis tres favoritos. El más sencillo de la lista es la Trattoria dell’Omo, una típica trattoria romana en la Via Vicenza, 18, muy cerca de la Stazione Termini, y en la que sirven para mi gusto la pasta “cacio e pepe” más buena de toda la ciudad. Recuerdo que estuve en ese restaurante con Giorgio, un querido amigo mío que en aquellos tiempos estaba al principio de su carrera como actor y al que afortunadamente la vida y las series de la tele le han dado el lugar que merece, tanto por sus capacidades interpretativas como por una belleza de las que quitan el hipo. Volviendo a la pasta, el “cacio e pepe” es una de las más deliciosas exquisiteces romanas y la receta es tan sencilla que hasta yo – que soy una negada para la cocina – me atrevo a preparar (un poco de agua de la cocción de la pasta, un poco de queso pecorino – tipico queso romano que llegado el caso se puede sustituir por un buen parmigiano – y pimienta negra. Con todo ello se prepara la salsa para condimentar la pasta….fácil y delicioso!)
Otro restaurante que intento no perderme cuando viajo a Roma es “Da Giggetto” (Via del Portico D’Ottavia, 21) situado en el corazón del barrio judío una zona que me apasiona y que siempre visito cada vez que viajo a la ciudad eterna. En “Da Giggetto “se encuentran los mejores platos de la cocina romana, encabezados por los famosos “carciofi alla judia”. Otra de las especialidades de esta cocina que usa mucho las alcachofas como base en los platos, son los “carciofi alla romana”, y ya sé que muchos estaréis pensando en alcachofas rebozadas pero no es así (Uno de mis mejores amigos me regalo grandes momentos de hilaridad cuando me explicó que tras pedir “carciofi alla romana” se enzarzó en una disputa con el camarero que le presentó una bandeja de alcachofas hervidas y bañadas en aceite y perejil. Mi adorado amigo le dijo eso de “eh eh que yo he pedido carciofi alla romana…” esperando el dorado rebozado de nuestros calamares a la romana…, estáis avisados!)
Otro de los restaurantes romanos en los que he degustado la mejor cocina de la ciudad es algo más “chic” que los anteriores, “Settimio all’Arancio” (Via dell’Arancio, 50), un restaurante cerca de la zona del parlamento en el que se dan cita gente del mundo de la política, periodistas, artistas. Ubicado en una pequeña callejuela en la que vuelves a preguntarte como consiguen las romanas mantener el equilibrio sobre sus tacones y en la que te arrepientes al minuto uno de no haber ido a cenar con un par de manoletinas bien monas. Un restaurante de mesas pegadísimas en las que el propietario ha optimizado el espacio al máximo, lo que en ocasiones puede hasta resultar una ventaja. Recuerdo que una de mis últimas cenas en Settimio fue unos días antes de volar a Venezia para asistir al festival de cine con mi jefe, un productor cinematográfico. Mientras yo intentaba disfrutar de unos manjares de dioses el productor se pasó la cena llamando a toda su agenda de contactos para explicar su próxima presencia en Venezia. En esa ocasión agradecí mucho la compañía de una desconocida y encantadora pareja de la mesa de al lado con los que entable una agradable conversación toda la noche. No todo van a ser desventajas…
Y después de la cena una de las zonas que más me gusta en este momento es la de los alrededores de Via dei Serpenti, un barrio céntrico no muy lejos del Colosseo en el que últimamente han proliferado un buen número de locales especializados en aperitivos “happy hour” y bares de copas en los que acabar el día disfrutando al máximo de la “dolce vita romana”. He de admitir que hasta la fecha nunca he acabado como Anita Ekberg bañándome en la Fontana di Trevi, pero todo es posible en Roma…
Hemos amado, hemos comido así que la próxima vez rezaremos en las más bellas y desconocidas iglesias de Roma.