Un cementerio es el lugar donde acaba todo, donde el ser humano pasa a ser apenas un recuerdo para los que le conocieron en vida. Pero es algo más, mucho más. Una necrópolis puede tener mucha vida. Sólo hay que saber apreciarla. Visitar una colección de nichos, lápidas y panteones puede resultar una experiencia muy vital, al menos si lo visitas bajo la luz del sol y no en la bruma de la noche.
La obsesión del hombre por honrar a sus muertos le ha llevado a hacer de un deprimente camposanto un museo al aire libre, o un jardín botánico, o un testigo silencioso de la historia. O todo a la vez. Detrás de los epitafios y monumentos se esconde el legado de alguien o de algo, y en tan fúnebre entorno incluso podemos encontrarnos con la artesanía más selecta, el arte más exquisito o los sonidos más hipnóticos. Los bellos paisajes donde habitan las tumbas convierten los cementerios también en un destino maravilloso para hacer turismo.
Esta querencia de tantas civilizaciones por no olvidar a sus antepasados ha llevado a la humanidad a acogerlos en un espacio donde la ciencia, la arquitectura, la naturaleza y hasta la música se fusionan con la muerte para impregnar de belleza un lugar que en principio sólo debía supurar dolor.
No son únicamente lugares donde reposan personajes que han trascendido la historia o anónimos sin pasado. Algunos sólo destacan por su belleza, como el cementerio de Poblenou de Barcelona, que alberga la escultura de un joven, desplomado de rodillas, en el tierno abrazo de un esqueleto alado. Conocido como El beso de la muerte, es hermoso e inquietante, tanto una obra de arte como un monumento. La escultura representa a la muerte dando un beso en la frente de un hombre joven y guapo.
La escultura evoca el éxtasis en el rostro del joven o la renuncia a la vida, según quién está observando la escena. El cementerio Waverley en Sidney se extiende a lo largo de 40 acres de terreno frente al mar, donde lápidas y monumentos parece caer hacia el agua. Y en el vistoso cementerio de Rumania, en el que lápidas de color azul brillante contienen pinturas de los difuntos. Y así podemos encontrarnos con tantas leyendas que nos advierten a su manera que los cementerios son monumentos a la muerte, pero también rincones donde detenerse a pensar o en los que dar gracias a la vida.
“Nuestras relaciones con los lugares que visitamos pueden profundizarse y enriquecerse al conocer las historias de quienes vinieron y se quedaron antes que nosotros”, profundiza la escritora estadounidense Loren Rhoads en su libro ‘199 cementerios que ver antes de morir”. Tal vez sea cierto, ¿Por qué no? Quizás unas horas en un cementerio de las ciudades que visitamos nos digan mucho más de sus ciudadanos y de su historia que ocho días recorriendo sus calles. Por si eso fuera cierto, Magellan Magazine recoge 15 necrópolis que nos explican la historia de las ciudades que los levantaron.
Cementerio Nacional de Arlington, Virginia, Estados Unidos
Muy cerca de Washington D.C., al otro lado del río Potomac, se encuentra uno de los cementerios más espectaculares de Estados Unidos. Arlington National Cemetery es una gran pradera verde donde descansan soldados de no sé cuántas guerras y donde hay tres visitas obligadas: el mítico memorial de Iwo Jima, la tumba del soldado desconocido y la tumba de John Fitzgerald Kennedy.
El Cementerio Nacional de Arlington se estableció durante la Guerra Civil como el lugar del último descanso de los soldados de la Unión, y para los estadounidenses es tanto un cementerio como un monumento dedicado a los estadounidenses de mayo relevancia, incluidos presidentes, jueces de la Corte Suprema y más de 400.000 militares.
Entre los estadounidenses notables enterrados aquí se encuentran los presidentes William Howard Taft y John Fitzgerald Kennedy, además de Jacqueline Kennedy Onassis y Robert Kennedy.
Entre las docenas de monumentos conmemorativos en la propiedad se encuentran el Monumento a la Guardia Costera, el Monumento al Challenger del Transbordador Espacial, el Monumento a la Guerra Hispanoamericana, el Monumento al USS Maine y muchos más.
La Tumba de los Desconocidos, también conocida como la Tumba del Soldado Desconocido, se encuentra en una colina con vistas a Washington, DC. La tumba contiene los restos de soldados de la Primera y Segunda Guerra Mundial, de la de Corea y de la de Vietnam. La tumba está custodiada las 24 horas del día y cada hora hay una ceremonia de cambio de guardia.
La antigua casa de Robert E. Lee, general del Ejército Confederado en la Guerra de Secesión se ubica en una colina que ofrece las mejores vistas de la ciudad. George Washington Parke Custis, el suegro de Lee, originalmente la construyó para que fuera su propia casa y como un monumento a George Washington, su abuelo adoptivo. Arlington House ahora se conserva como un monumento a Robert E. Lee, quien ayudó a reconstruir la nación después de la Guerra Civil.
Novodevichy, Moscú
El Monasterio Novodevichy, convento y fortaleza en pie desde el siglo XVI y declarado en 2004 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es visita obligada en Moscú. Es uno de los lugares más visitados de Rusia gracias al cementerio, que se encuentra justo al lado. Es el más importante de la ciudad y alberga 27.000 tumbas. Desde su inauguración en 1898 acoge las almas de lo más granado del panorama cultural, político, militar y económico del país, desde el escritor Anton Chekhov hasta el presidente Boris Yeltsin o Mstislav Rostropovich, uno de los más grandes violonchelistas de la historia.
Highgate, Londres
Inaugurado en 1839 para mejorar la salud pública de la ciudad al no disponer de sitio para enterrar a los muertos, es actualmente uno de los más bellos ejemplos de cementerios victorianos y románticos que se puedan visitar en el mundo, especialmente por sus imponentes ejemplos de arquitectura funeraria. Forma parte de la Sociedad de Parques y Jardines de especial interés histórico de Inglaterra. El lugar acoge a Charles Dickens, Georges Elliot o el filófoso Karl Marx. Y la zona oeste, que sólo puede ser visitada a través de un tour guiado, previa reserva y pago de 12 libras, y en la que se respira una atmósfera misteriosa de lápidas y ángeles enredados por la vegetación del bosque.
Tiene más de 50.000 sepulturas, entre ellas las de George Michael o Malcom McLaren. El sector más fotografiado es la Avenida Egipcia, cuya entrada es como la puerta del templo de una civilización antigua olvidada en medio de una espesa vegetación. Ha servido de localización para películas como recientemente Animales Fantásticos, inspirada en la obra de J.K. Rowling.
Père Lachaise, París
Más de tres millones de visitas al año pasean entre sus 70.000 parcelas. Fundado a principios del siglo XIX y declarado Patrimonio Francés como Monumento Histórico, fueron Jim Morrison, Oscar Wilde, Honore de Balzac, Frederic Chopin, Edith Piaf o Marcel Proust, entre otros, quienes han convertido al Père Lachaise en el cementerio más visitado del planeta. No es extraño ver botellas de whisky que los fans dejan a los pies de la tumba más visitada del lugar, la de Jim Morrison, o las marcas de pintalabios que decoraban la de Oscar Wilde hasta que la cubrieron con un cristal de dos metros para preservarla.
Aunque sin duda la más curiosa es la del periodista Victor Noir, prácticamente un donnadie hasta que se esculpió su figura a tamaño natural con una erección importante. La leyenda cuenta que acariciar su entrepierna y besar la estatua en los labios proporciona a las mujeres la fertilidad plena y una vida sexual feliz. También a los hombres. Los eternos amantes medievales Eloísa y Abelardo, el dramaturgo Molière y el fabulista Jean de la Fontaine, el poeta Guillaume Apollinaire, los actores Yves Montand y Simone Signoret, el traductor de los jeroglíficos egipcios Champollion, los pintores Guéricault y Pissarro, el cantante Gilbert Bécaud y el novelista Honoré de Balzac también son inquilinos.
Staglieno, Italia
Uno de los cementerios más grandes de Europa, con más de mil metros cuadrados. Vigila desde 1835 la ciudad de Génova desde lo alto de la colina del distrito de Staglieno, en el valle del torrente Bisagno. Aquí descansan los restos de importantes personajes de la vida italiana, como uno de los padres de la patria italiana, Feruccio Parri, el compositor del himno de Italia, Michele Novarro, o la mujer de Oscar Wilde, Constance Lloyd. Sus bellas esculturas le convierten en uno de los museos al aire libre más bellos del mundo.
Cementerio Judío, Praga
Existe desde el siglo XV. Un lugar que atrae tanto por su historia como por su sorprendente entorno. A pesar de albergar alrededor de 12.000 lápidas, los enterramientos doblan sobradamente esta cifra, ya que existen varias capas subterráneas de tierra. Se calcula que hay más de 100.000 cuerpos enterrados. La tumba más buscada es la de Franz Kafka. Cerca, una placa recuerda a Max Brod, su amigo y difusor de su obra. Muy cerca está el cenotafio levantado en 1985 en memoria de los judíos de Checoslovaquia víctimas del Holocausto.
Plainpalais, Ginebra
La necrópolis de Plainpalais es conocida como la de los Reyes. Se creó en 1482 para inhumar a las víctimas de una epidemia de peste. En 1945 fue parquizado y se convirtió en un paseo poético para quienes quieran conocer las tumbas de muchos famosos que yacen allá. Jorge Luis Borges, el reformador renacentista Juan Calvino, Sophie Dostoïevskaïa (la hija de Fiodor Dostoïevski), el general Dufour (unificó Suiza en el siglo XIX), los educadores Jean Piaget y Émile Jaques-Dalcroze, el escritor austríaco Robert Musil, el filósofo Denis de Rougemont y el inventor de la historieta Rodolphe Töpffer.
Zentralfriedhof, Viena
Fundado en 1863, ocupa 2,4 kilómetros cuadrados y tiene más de 330.000 tumbas. El Zentralfriedhof de la capital austríaca es uno de los mayores cementerios de Europa por la superficie pero también por la gran cantidad de personalidades que yacen en sus tumbas. Es tan grande que tiene varias entradas pero la principal es la segunda, con su puerta monumental y una perspectiva sobre la iglesia dedicada a San Carlos Borromeo, en mitad de la finca.
Alberga en su interior cuatro zonas delimitadas en función de la religión a la que pertenecían los fallecidos. De esta forma, nos encontramos con el cementerio judío, el cementerio ortodoxo, el cementerio islámico y el cementerio budista, también conocido como ‘Parque de la Quietud’. Otras zonas del cementerio están clasificadas en función de la profesión de las personas fallecidas, como músicos, pintores, escritores o escultores, entre otros.
Los recitales de jazz y los conciertos de música de cuerda son muy habituales y amenizan los paseos de los visitantes durante el verano. Reserva también sectores para los caídos de las dos guerras mundiales, agrupados por nacionalidades, y monumentos para las víctimas del nazismo. Figuras importantes como los compositores Franz Schubert, Johannes Brahms, Ludwig van Beethoven y los Strauss dan caché a este cementerio.
El único que falta es Mozart, pero está presente gracias a un monumento conmemorativo. Las tumbas más visitadas por los austríacos son la de Falco, estrella pop internacional austríaca y la del cantautor Udo Jürgens, quien descansa dentro de un piano de mármol blanco. La manera más cómoda de llegar es con el tranvía 71 que sale desde la Plaza Schwarzenberg. En el lenguaje popular vienés, “subirse al 71” es sinónimo de fallecimiento.
Săpânța, Rumanía
Para la cultura dacia la muerte no era un momento triste, sino tiempo de celebración y alegría, ya que significaba el paso del fallecido a una vida mucho mejor. Con cruces pintadas en colores radiantes y alegres proverbios hasta donde alcanza la vista, la ciudad rumana de Săpânța, a ocho kilómetros de Ucrania, ha creado sus propios ritos funerarios. En lugar de tumbas grises, hay alrededor de 800 cruces de madera en la tierra del Cementerio Alegre, donde la muerte se toma con mucho humor. Cada una de las cruces está pintada individualmente y representa al fallecido en una escena de su vida cotidiana, con un ingenioso epitafio o poema sobre su vida.
Las lápidas están decoradas con dibujos en colores vivos que representan a la persona enterrada y epitafios divertidos que describen cómo fue su vida, incluyendo detalles como si le gustaba el alcohol o ser infiel. Esta tradición de coloridas cruces de madera y alegres inscripciones empezó en 1935, cuando el lugareño Stan Ioan Patras grabó el primer poema en una cruz de madera. Desde entonces, es uno de los cementerios más bonitos, con sus extraordinarios ornamentos grabados y su irónica perspectiva de la muerte, que lo ha convertido prácticamente en una atracción turística.
Hólavallagarður, Reyjkjavik
La historia de amor de los islandeses con la naturaleza se demuestra en Hólavallagarður, al oeste del centro de la ciudad, cerca del estanque de Tjörnin. Una especie de musgo en peligro de extinción cubre partes del muro que rodea la propiedad de más de 32.000 metros cuadrados. En el interior, caminos estrechos discurren alrededor de las lápidas. Durante la temporada navideña, cuando los días son más cortos, este cementerio del siglo XIX resplandece a la luz de las velas que los parientes dejan en las tumbas de sus seres queridos.
Msida Bastion Garden, La Valeta
Un fuerte almenado parece un escenario improbable para un cementerio. Sin embargo, el antiguo cementerio del bastión de Msida se encuentra en un parapeto panorámico con vistas al puerto de Marsamxett en el límite de la capital de Malta. La propiedad, construida hace siglos como parte de las defensas de La Valeta, desempeñó un papel fundamental en la resistencia ante las fuerzas de Napoleón y posteriormente se convirtió en un camposanto, en el primer cementerio protestante de Malta.
Tras servir de lugar de descanso final durante medio siglo y soportar los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, el cementerio cerró sus puertas y quedó abandonado. A finales de los 80, se puso en marcha una campaña para restaurar los terrenos. El cementerio, reestructurado como jardín, ha tenido una nueva vida desde 1993 y se ha convertido en un destino popular para turistas. Mikiel Anton Vassalli, padre del idioma maltés, está enterrado aquí, pese a ser católico. Tradujo el Nuevo Testamento al maltés sin permiso, por lo que cayó en desgracia en la iglesia.
Ohlsdorf, Hamburgo
Establecido en 1877 y abierto a todas las religiones, es el cementerio rural más grande del mundo y es también un parque bastante popular en la ciudad: tiene su estanque con cisnes, sus árboles, sus museos y, por supuesto, múltiples esculturas y obras de arte. Es además el espacio verde más grande de la ciudad y tiene un gran valor botánico: 450 especies distintas de árboles. Además de pasear, se puede recorrer en bici, coche o incluso autobús.
La Recoleta, Buenos Aires
Uno de los cementerios más fascinantes y hermosos del mundo. La Recoleta es el lugar de descanso final de muchos escritores, artistas, presidentes argentinos. El cementerio se remonta a 1.700, cuando los monjes de la Orden de los Recoletos construyeron allí un convento y una iglesia. Cuando la Orden se disolvió en 1822, el terreno se convirtió en un cementerio para los ciudadanos de Buenos Aires.
Un ingeniero civil francés llamado Próspero Catelin diseñó la necrópolis como una ciudad, con caminos ramificados que dividen el cementerio en bloques. La famosa Primera Dama de Argentina, Eva Perón, fue enterrada allí casi 20 años después de su muerte, tras años en una cripta en Milán. Se dice que su mausoleo en La Recoleta es tan seguro que puede resistir la lluvia radiactiva, con el fin de disuadir a aquellos que todavía quieren robar el ataúd de la famosa Evita.
Cementerio Estadounidense de Normandía, Francia
En Normandía, y no muy lejos de las playas donde tuvo lugar el desembarco del ‘Día D’ de la Segunda Guerra Mundial, se encuentra este cementerio conmemorativo donde descansan 9.387 militares estadounidenses. En diseño recuerda mucho al de Arlington, con lápidas blancas sobre una gran explanada de césped, y se encuentra sobre un acantilado con vistas a la playa de Omaha y al Canal de la Mancha. Tras la guerra, Francia garantizó a Estados Unidos una concesión de territorio a perpetuidad para que fuera ocupado por el cementerio, libre de toda tasa e impuesto. Está administrado por el gobierno.
Okunoin, Japón
Okunoin es uno de los lugares más sagrados de Japón. Ubicado en la ciudad del templo sagrado de Koyasan, es el hogar del lugar de descanso final de muchas de las figuras históricas y religiosas más importantes de la nación. Es el cementerio más grande de Japón: se extiende a lo largo de dos kilómetros e incluye las tumbas de más de 20.000 monjes y otros creyentes en las enseñanzas de Shingon. Aquí también están enterrados varios señores feudales famosos, incluidos Oda Nobunaga y Toyotomi Hideyoshi. Es uno de los lugares más hermosos y tranquilos del país. Los árboles majestuosos y las lápidas ornamentadas asombran al visitante y facilitan un serpenteo silencioso y una meditación reflexiva mientras se abren paso entre los árboles.
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