Últimamente, está a la orden del día tener que viajar para ir a una boda, ya no se celebran como antes en las grandes ciudades sino que ahora se celebran en la montaña, en la playa, en islas, en pequeñas ciudades italianas y hasta he tenido ocasión de ir a una en la costa noroccidental de Irlanda, Galway. Esto hace que la experiencia de asistir a una boda de estas características sea todavía más memorable y más épica.
A pesar del ritual que significa para las mujeres el prepararse para una boda, escoger todo el outfit: vestido, medias, zapatos, bolso, chal, accesorios en general; y la consiguiente preparación del mismo día: peluquería, maquillaje, manicura, pedicura, etc. Se ha convertido en una magnífica excusa para viajar y conocer lugares a los que seguramente no irías pero que sin duda tienen mucho encanto, ya que sino no serían lugar de deseo para los novios, y disfrutarlos con una comodidad extrema.
No hay lugar más feliz que una boda, todo el mundo está contento y alegre y lo bueno es que todos, en mayor o menor medida, tiene el mismo “problema” de desplazamiento que tú, así que lo mejor es trasladarse en manada con tus amigos y/o familiares y empezar ahí la experiencia del viaje. En las bodas, otra cosa no, pero el alcohol abunda, con lo que las conversaciones fluyen y los bailes proliferan con las horas, todo es diversión, jauja y desenfreno.
Eso sí, a la mañana siguiente hay que armarse de esfuerzo, levantarse de la cama e ir a disfrutar, antes de que termine, de esos exquisitos desayunos buffet de los hoteles, hay que honorar una noche tan provechosa. Y posteriormente, calzarse unas buenas bambas para descansar los pies, colocarse unas grandes gafas de sol, botella de agua en mano y salir a hacer turismo con mayúsculas con toda la familia y/o amigos, incluso con los nuevos hayáis hecho la noche anterior. Aunque al principio ni el alma ni el cuerpo acompañan, al caminar se eliminan toxinas, aprendes y ves cosas nuevas, mejor imposible ¿no? :-). Es muy divertido ver los rostros de interés de la gente, pero os aseguro que el esfuerzo se verá recompensado en la posterior comilona que os pegaréis.
Bailar mucho, sonreír mucho y haced muchas fotos y muchos videos para rememorarlo al día siguiente, así se alarga todavía más la experiencia.
Escarlata O’Donnell