A muchos la idea de viajar, les encanta; pero a otros, el hecho de coger un avión les aterroriza. Hay personas, por suerte no es mi caso, que realmente sufren una agonía aparentemente inexplicable al meterse dentro de un avión, ver que se cierran las puertas y no hay vuelta atrás. Otras, cuándo el avión despeja, aterriza o tiene mínimas turbulencias.
Una persona, muy cercana a mi, sufre esa sensación, su caso más bien es porque no es quien conduce y pierde sensación de control, pero al fin y al cabo, lo padece. Cuando viajé en su compañía por primera vez, intenté distraerle y ayudarle a respirar. Le dí consejos para evitar que se le taponarán los oídos: como masticar un chicle, abrir y cerrar la boca moviendo la mandíbula o el básico de taparse la nariz y la boca y sacar aire.
También podría haberle hablado de la estadística, la probabilidad de que un avión caiga o sufra un accidente es tan baja… nada en comparación con los accidentes de coches; pero preferí no meter esa idea en su cabeza.
Para mí volar, más allá de los inconvenientes de las aerolíneas de equipaje y de espacio o comodidad del propio avión ¡me encanta! Sobre todo, si me toca ventana, seguro que por aquí hay amigos viajeros que piensan como yo ;-). Disfrutar de las vistas, de los paisajes desde una perspectiva tan diferente a la usual, para mi es embobador. Volar con un mar de nubes a tu alrededor, poder disfrutar de la salida del sol o del atardecer, ver montañas y montañas, ciudades en miniatura o ciudades de noche totalmente iluminadas ¡Es lo más cerca de ser un astronauta! 🙂 Además de todo lo que representa personalmente y como sociedad humana. Es el inicio (o fin) de una experiencia, de un nuevo estímulo para tu vida, algo por llegar. Y como sociedad humana, representa un avance tecnológico histórico muy remarcable desde la invención del primer vehículo automóvil por motor de combustión interna de gasolina en 1885.
Pero ahora, llega un concepto totalmente innovador y diferente. Para aquellos que os aburre viajar y necesitáis emociones más fuertes como yo, esto os va a encantar. ¡Ojo al dato!
Se llama la ventana SlyDeck y permite tener una vista 360 grados de el exterior del avión, para estar un poco más cerca de las nubes. ¡Mirad el vídeo y veréis!
La patente, todavía es un prototipo, es de Windspeed Technologies y se pretende aplicar en aviones de pasajeros y en jets privados. Dicen que no habrá condensación de niebla en los cristales y que estos también tendrán una capa de protección de rayos UVA. La idea no influye al rendimiento aerodinámico del avión y permite con su forma de lagrima que usuarios disfruten una sensación que me encantaría probar ¿y a vosotros?
No sé si esta propuesta mejorará la idea de muchos de los que sufren al volar, desde luego para el resto lo hace. Ahora solo hace falta esperar a que se convierta en realidad y decir ¡a volar!