Todos mis amigos están preparando sus vacaciones. Todo lo que oigo son sus conversaciones sobre la cuenta atrás, los destinos soñados que les esperan, los preparativos, las listas llenas de cosas que uno no puede olvidarse, y esa ilusión trepidante que precede a cualquier viaje por breve o largo que sea.
Qué maravilla la ilusión de la “previa”. Como muchas cosas en la vida, en ocasiones los preparativos son incluso mejores que el momento soñado. Imaginar, planificar, desear, soñar, consultar guías, revistas, todos los blogs del destino, y sobre todo releer Magellan para ver si un viajero nos ayuda con su experiencia. De esta manera empezamos el viaje antes de haber subido al avión, tren, barco, coche…. Eso ya son vacaciones aunque no nos demos cuenta, nuestra imaginación hace días que va por libre.
Aunque en los últimos años es verdad que las vacaciones se han distribuido mucho más en el tiempo es evidente que el mes de agosto sigue concentrando, sin lugar a dudas, la mayoría de viajes que se llevan a cabo a lo largo del año. Yo soy de las que por temas laborales me quedo en mi amada Barcelona durante todo el mes mientras observo como mis amigos me van mandando “wassaps” con fotos de idílicas playas lejanas, mis amigas del gimnasio abandonan una a una nuestro ruidoso pasillo, mis tiendas de confianza bajan persiana, y veo como el día a día de la ciudad se deja llevar por el indolente ritmo veraniego que acaricia también a los que seguimos trabajando como si fuera un noviembre cualquiera.
Pero la verdad es que el tiempo vuela, y dentro de unas pocas semanas las maletas que ahora empaquetamos con toda la ilusión volverán a abrirse, esta vez mucho más llenas de todas las cosas que nos hemos empeñado en comprar sabiendo que la rígida política de las compañías aéreas pondrá todo su empeño en que dejemos en tierra ese precioso ukelele que encontramos en un mercado de segunda mano en Tahití, esa preciosa bandeja de cristal de Murano que resultaba una ganga a la que era imposible renunciar, o ese bote de “pomodori secchi” que nos regaló la dueña del agriturismo de la Toscana y que seremos capaces de comernos en la cola antes que dejarlo atrás.
Y ya de vuelta a casa volveremos a revivir el viaje, abriremos las maletas con una pizca de nostalgia por el verano que se ha escurrido entre nuestros días como la arena entre los dedos, y empezaremos a pensar en el próximo viaje. Porque nosotros los viajeros sabemos que en nuestra vida siempre hay sitio para el próximo viaje, y cuando volvamos a poner la maleta encima del armario ya estaremos pensando en el momento en el que volveremos a llenarla de ilusión y sueños.
A todos los que vais a descubrir nuevos mundos, lugares soñados, y vais a llenaros los ojos de paisajes nuevos me gustaría invitaros a compartir todo lo que vais a aprender con los lectores de Magellan. Porque si preparar un viaje es trepidante y vivirlo es maravilloso, poder compartirlo y conservarlo para siempre es una experiencia única.
Feliz verano para todos!
1 comentarios
Olivia, leyendo tu artículo sin duda las ganas de vacaciones van in crescendo. Y espero que seamos muchos los viajeros que compartamos las experiencias vividas en las páginas de vuestra magnífica revista que, mes a mes, nos permite perdernos en destinos increibles que gracias a Magellan podemos descubrir!!!! Feliz viaje a todos.