Castelló es un destino privilegiado que aúna mar, montaña y huerta, además de una excepcional climatología mediterránea, con más de 300 días de sol al año. Pero también es un auténtico vergel, un jardín del Edén; tanto en los alrededores que lo arropan como en la propia ciudad, que se oxigena gracias a sus 1.884.673 m2 (188 hectáreas) repartidos en 250 zonas verdes públicas, con una ‘ratio verde’ de 10,82 m2/habitante… y nada menos que 44.007 árboles plantados, uno por cada 4 habitantes.
Pero este ‘tesoro verde’ castellonense no sería posible sin una firme apuesta del Ayuntamiento por su conservación y mantenimiento. De ahí que Castelló haya decidido impulsar su riqueza natural y paisajística integrándose en el Programa ‘Viles en Flor’, una iniciativa creada hace cuatro años por la Asociación Profesional de Flores, Plantas y Tecnología Hortícola de la Comunidad Valenciana.
Una asociación con más de 30 municipios valencianos adheridos… siendo Castelló la primera capital de provincia en hacerlo. “Esta inclusión supone todo un reconocimiento público de nuestros proyectos de ajardinamiento, ornamentación floral, mobiliario urbano y espacios lúdicos”, afirma la concejala de Infraestructura Verde, Pilar Escuder.
Pero esta ‘apuesta verde’ Castelló la aplica también a la jardinería sostenible y a la protección del medio ambiente. Más del 90 % de las zonas verdes están automatizadas y se riegan mediante elementos localizados, y el 40% están telegestionadas, con el consiguiente ahorro de agua. Además hay un uso de materiales naturales para minimizar el impacto ambiental, como la utilización de residuos triturados que son usados posteriormente como mulch (cobertura) orgánico.
Pasear es un placer
Por todo ello, Castelló ofrece al visitante un valor añadido: el que los paseos por su casco urbano sean relajantes, descubriendo joyas naturales como el impresionante Ficus de la céntrica plaza María Agustina, plantado hace 80 años y que destaca por su porte, con sus 18 metros de altura, 4,55 metros de diámetro en su tronco y una copa de 25 metros.
O la Olivera de la Pau, en la Avenida Rey Don Jaime, con sus 350 años de antigüedad, plantada en su actual ubicación en 1984. Ambas especies, tan singulares, están incluidas en el Catálogo de Árboles Monumentales y Singulares de la Comunidad Valenciana como árboles monumentales de interés local.
La ciudad se oxigena con una docena de parques, entre los que destaca el de Ribalta, auténtico ‘corazón verde’ castellonense. 7,7 hectáreas de superficie en forma trapezoidal. Pero hay otros ocho en el entorno urbano –Rafalafena, Auditorio, Meridiano, Mérida, de las Comunicaciones, Pont de Ferro, Sensal y el parque del geólogo José Royo– y tres en el distrito marítimo del Grau: la Panderola, del Pinar y el parque del Litoral. Y también ofrece 155 zonas de juegos repartidas por la ciudad, en su mayoría integradas en zonas verdes y plazas públicas ajardinadas.
Además, la capital de la Plana está también arropada de otros activos naturales como el cordón de sierras cercanas al litoral, el propio litoral mediterráneo del Grau –con sus tres playas, Del Pilar, Gurugú y Serradal–, una red de acequias y huertas de pequeño tamaño que rodean el casco urbano… y parajes naturales como la Magdalena, el Molí de la Font o las Islas Columbretes.
Por todo ello, Castelló aspira a ser uno de los máximos reconocidos en los futuros galardones que otorga este proyecto, los llamados ‘Flors d’Honor’, que valoran la trayectoria y acciones llevadas a cabo en la mejora de los espacios verdes urbanos, su gestión sostenible, la educación ambiental y la concienciación ciudadana en el cuidado del entorno, ¡Castelló… Verde que te quiero verde!
Más información: www.castellonturismo.com
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