Esta ha sido una de las mejores experiencias que jamás he hecho y quiero compartirla con vosotros. Desde hace algún tiempo quería visitar los Alpes, después del curso de alpinismo, las ganas de ver montañas aumentaron 😉 . Así que el otro día nos fuimos a verlos. Por mi nueva etapa en Alemania, nos aproximamos a esta gran cordillera por ese lado. Así que empezamos a buscar lugares donde alojarnos.
El pueblo más común donde van los montañeros se llama Garmicsh, pero vimos que los precios eran muy elevados y encontramos otro:
Ehrwald. Un pueblo ya en Austria, frontera con Alemania, donde también es muy frecuentes el turismo montañero. Se encuentra en la zona de Tirol.
Mientras llegábamos en coche, nos sorprendían unas abruptas montañas que aparecían de la nada, todo el paisaje era verde y muy frondoso. Tuvimos la suerte de ir un fin de semana de solazo, de hecho hacía un calor… casi 30 grados.
La experiencia que quiero compartir con vosotros empieza cuando decidimos visitar uno de los picos más altos alemanes: el Zugspitze, casi 3.000 m. Para llegar a la cima, además de haciendo trekking, puedes coger un teleférico (42 €/p) y vivir encontrarte en 10/15 minutos arriba. En nuestro caso, por tiempos y desconocimiento de la ruta, cogimos el teleférico y ¡ojo la altura! ¡Va a una velocidad de vértigo estando colgado por unos cables! Porque es Austria, ves gente mayor subida en la cabina (con capacidad para 20 personas aprox.) y sabes que no va a pasar nada, porque llega a ser Marruecos y te quieres bajar a medio camino.
Aunque después de la excitación del teleférico, llegamos a la cima. entras en algo parecido a un súper Resort decorado con decoración Alemana-Austriaca. El recorrido para salir al exterior te llevaba a una cafetería, con vistas panorámicas 190º. Cuando pasamos por al lado y puede avistar los enormes ventanales me fui directa. No habia ni tan si quiera un comensal (era demasiado pronto). Me impacto, me quedé perpleja y no exagero. Los ventanales solo daban a montañas y montañas y montañas. Me encontraba en medio, literal, de los Alpes y me puse a llorar de la emoción. Jamás había visto algo parecido.
Salimos a fuera, hacía mucho frío, pero las vistas eran interminables, no te lo acababas. Había una especie de taberna al aire libre, donde te podías tomar cerveza, pretzel, bratswurst y dentro de lo que yo llamaría “resort” había de todo. El Zugspitze tiene una estación de esquí, para que me entendías, era como la Vall de Núria, pero en medio de los Alpes y estando en un pico, no en una valle.
Al Zugspitze se puede acceder desde dos teleféricos, uno por la cara norte (Eibsee) y otro por la cara sur de la montaña (Ehrwald). En un lado de la montaña hay un glaciar, nosotros no llegamos a visitarlo.
Estuvimos en la cima disfrutando no solo de las vistas sino de un chocolate caliente, por el medio día empezó a llegar un montón de gente (niños, mayores, japoneses, rusos…) la verdad es que no me extraña. Es un lugar que visitar. Imagino que las vistas son más impactantes en invierno que en verano, al verlo todo nevado.
Recomiendo 100% realizar esta visita si algún día os encontráis por esa zona. Me he dado cuenta que hay lugares alucinantemente maravillosos mucho mas cerca de lo que nos pensamos.