En los primeros años del siglo XVI, un corsario otomano se convirtió en la principal amenaza para el imperio español de Carlos V, que por aquella época imponía su dominio en el Mediterráneo. Hayreddin Barbarroja y sus hermanos sembraron el caos y el terror con tanta maestría que el sultán Soleimán el Magnifico le reclutó para liderar sus barcos en las batallas contra los infieles.
El emperador español también le había ofrecido capitanear su flota con la esperanza de poner fin a la amenaza en la que había llegado a convertirse pero no tuvo éxito. Apodado ‘Barbarroja’ por sus enemigos a causa del color rojizo de su pelo, este comerciante metido a saqueador, estableció en la ciudad turca de Kusadasi uno de sus centros de operaciones, desde donde lanzó furibundos ataques a las costas de Roses, Cadaqués o Palamós o las Islas Baleares.
Siglos después, el refugio de este pirata se ha convertido en uno de los lugares turísticos más apreciados del continente europeo. Kusadasi, bellisima ciudad costera situada enfrente de la capital griega Atenas y bañada por las cristalinas aguas del Mar Egeo, tiene como uno de sus principales símbolos la fortaleza que Barbarroja hizo reconstruir en el islote Pigeon para protegerse de los ataques de los cristianos.
Hoy, casi cinco siglos después, la ‘fortaleza de los piratas’, a la que sólo se puede acceder a través de un puente peatonal, mantiene su estructura en un excelente estado de conservación, cuenta con un museo rodeado de un bonito jardín y se ha convertido en uno de los mayores puntos de interés para los viajeros gracias a sus increíbles vistas de la bahía. Por la noche, completamente iluminada, vela por una ciudad que años atrás escondió a uno de los más violentos piratas de la historia.
Kusadasi, que traducido del turco significa ‘ciudad de los pájaros’, es una ciudad rodeada de vestigios de la antigüedad. Casi se podría decir que si le das una patada a una piedra saldrán a la superficie restos milenarios de enorme interés histórico. Las ruinas grecorromanas de Éfeso, que están a menos de veinte minutos en coche, confirman la riqueza arqueológica de esta zona de la costa egea de Turquía.
Sus numerosas fuentes termales la convierten en una de las ciudades balneario más importantes del mundo. Sus bazares, sus estrechas y concurridas calles, sus alfombras hechas a mano, sus artículos de cuero o sus cerámicas todavía mantienen la esencia de lo que debió ser la vida cotidiana en la época dorada del imperio otomano hasta su derrota en la batalla de Lepanto en 1571.
El Parque Nacional, que muestra la mayor variedad de flora y fauna de toda Turquía, la cueva de Zeus, el monasterio de Kurshunlu, que es un cementerio construido a 600 metros sobre el nivel del mar, la mezquita de Kale Ici o la Biblioteca de Celsus, levantada por el emperador Adriano y todavía intacta, son algunas de las perlas históricas que el visitante no se puede perder. Pero, si hay dos lugares que los cristianos creyentes están obligados a visitar son la Casa de la Virgen María, donde supuestamente la madre de Jesús pasó sus últimos años de vida y la basílica de San Juan, construida en el siglo VI por orden del emperador Justiniano sobre el lugar donde se cree que está la tumba del Apóstol.
Como suele suceder en el Mediterráneo Oriental, Kusadasi es una ciudad de contrastes. Tan pronto estás recorriendo su centro histórico, con sus cafés, sus mezquitas, sus bazares o sus conocidísimos zocos mientras respiras olor a especias como, de repente, casi sin saber por qué te encuentras con una de las zonas más modernas de Turquía.
Al más puro estilo de vida mediterráneo, de la nada surgen bares, restaurantes, discotecas y centros comerciales para completar un día de emociones en los que el viajero ha montado en globo, se ha bañado en la Playa de las Mujeres (llamada así porque antiguamente estaba vetada a los hombres), ha practicado windsurf o esquí acuático o ha hecho senderismo por el Valle Dikkaya.
Escala de los más lujosos cruceros del mundo, Kusadasi sabe combinar historia y modernidad con serena fluidez. Las ruinas que muestran el paso de las civilizaciones persas, griegas y romanas se mezclan sutilmente con las tentaciones consumistas de la ciudad que se ha convertido en uno de los destinos vacacionales mejor valorados mundialmente.
Más información en: www.turismodeturquia.org
Un viaje a través de la historia